Toño Martínez
Mayo 08, 2020
Recuerden a Bécquer: «Que tristes y solos, se quedan los muertos….»
Los números no tienen compasión: El COVID está ya en 21 municipios de San Luis Potosí y había matado a 15 personas, 6 mujeres y 9 hombres. Mando a 63 más a hospitales;
Tiene a las puertas de la muerte a 19 y a 9 con apenas un hálito de vida.
A cuántos más niños dejará huérfanos, cuántas más mujeres y hombres quedarán viudas o viudos; cuántas familias se van a quedar sin su jefe o jefa y se hundirán en la desesperación, dolor e incertidumbre porque su vida no será igual.
Cuántos familiares, amigos, novias, novios, conocidos, vecinos o compañeros de trabajo o ideales, aventuras, proyectos; o promesas de ciudadanos con cualidades para mejorar el mundo, ancianos con un cofre repleto de experiencias para compartir veremos sucumbir cortados sin piedad por un micro-monstruo al que le da igual llevarse a quien sea.
Cuántos nunca alcanzarán la aspiración plasmada por el poeta mexicano Manuel Gutiérrez Nájera en su poesía «Para Entonces»:
«Quiero morir cuando decline el día/ en altamar y con la cara al cielo/ donde parezca sueño la agonía/ y, el alma un ave que remonta el vuelo…»
El Coronavirus no tiene sentimientos y contagia y mata como el peor verdugo. Y anda a nuestro derredor buscando la oportunidad de dar el zarpazo.
Pero como todo en esta vida, siempre hay esperanza; y aunque los cálculos matemáticos-sanitarios adviertan que se nos viene encima un peligro mayor de más contagios y defunciones en los días siguientes, con algo tan sencillo como hacer caso a las recomendaciones de quedarse en casa, guardar la sana distancia si debe salir a comprar alimentos pagar agua, luz o los » abonos chiquitos», usar cubrebocas aunque parezca bandido, lavarse manos y cara con jabón de baño y limpiar su calzado con desinfectante antes de entrar a su domicilio reducirá al mínimo el riesgo de enfermar o contagiar a su familia.
No vaya a ser protagonista de otro poema, «Los Muertos» de Gustavo Adolfo Bécquer:
“Cerraron sus ojos, que aún tenía abiertos/ taparon su cara con un blanco lienzo/ y unos sollozando y otros, en silencio/ de la triste alcoba, todos se salieron».
«¿Vuelve el polvo al polvo?/ ¿Vuelve el alma al cielo?/ ¡No sé!, pero hay algo que explicar no puedo/ que al par nos infunde repugnancia y duelo, al dejar tan tristes, tan solos los muertos…»
Entonces para que le busca; cuidándose y cuidando a los suyos pueden reírse del COVID y vivir muchos años más.