Ameritan sanciones por cubrebocas

Miguel Ángel Guerrero Arriaga

Julio 19, 2020

En tiempos de mayor poderío del Ayatola Jomeini como jefe supremo de Irán cualquier persona podía moler a palos a una joven si la sorprendía usando minifalda por considerar que atentaba contra los mandamientos de la religión islámica medida enérgica que con algunos cambios podría, o debería, implantarse en San Luis contra los que insistan en quebrantar las normas sanitarias para enfrentar el coronavirus lo que se empezó a hacer desde ayer pese a que el estado ya cambió al color rojo del semáforo epidemiológico que constituye muy alto riesgo de contagio.

Con todo y la difusión que ha tenido el cambio de anaranjado a rojo centenares de personas parecieron no darse por enteradas pues los grandes centros comerciales se vieron abarrotados de asistentes de los cuales muchos ni siquiera portaban cubrebocas ni guardaban la sana distancia aunque en algunos era requisito llevarlo para poder ingresar además de que se les tomaba la temperatura.

Otro punto de aglomeración y peligroso foco de contagios fue el tianguis de las vías donde la gente anduvo totalmente descubierta y caminando en grupos sin guardar la menor distancia.

Lamentablemente, con un breve paso en vehículo por el centro histórico también su pudo constatar la presencia de familias completas sin protección alguna y más en la calle Hidalgo donde había peregrinar constante de ciudadanos descuidados caminando con toda tranquilidad sin evidente conciencia de la amenaza letal que ronda a todos.

Por esa que hace dos días llamamos estupidez colectiva es por lo que citamos las normas del Islam impuestas en la época del ayatola como esa de que cualquier ciudadano podía azotar impunemente a la jovencita que sorprendiera usando minifalda.

Desde luego, no se trata de hacer algo semejante pero queda claro que urge escarmentar a los que no quieren disciplinarse y sumarse a las normas contra la pandemia estableciendo algunas sanciones que hagan pensar a todos sobre la necesidad de respetarlas como podría ser que quien no use cubrebocas sea llevada a la barandilla y se le obligue a pagar una multa administrativa por una falta como la que ameritan las personas detenidas por hacer sus necesidades fisiológicas en la calle pues ya hasta la iglesia se ha pronunciado porque se sancione a quienes no lo usen.

Ciertamente, la CEDH de inmediato tratará de justificar el presupuesto que se engulle pero haciéndole ver que se trata de un asunto de vida o muerte en el que hasta sus directivos están involucrados inevitablemente seguro se sumarán.

Por el temor a las críticas ciudadanas ante medidas enérgicas, las autoridades esperan que sea una decisión voluntaria portarlo pero está visto que les vale auténticamente pito atender el llamado lo que debe hacerlas reflexionar aquello de que “a grandes males, grandes remedios” y en el que nos encontramos es un mal gigante que amerita correr el riesgo por el bien de todos, mientras tanto, por lo menos puede empezarse con un llamado en voz alta a los que anden por la calle sin cubrebocas con un: “¡oye ponte el cubrebocas!” a ver si en algo entienden.

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