AMLO, las caravanas de inconformes no fueron de robots sino de personas

Toño Martínez

Junio 01, 2020

Todavía no terminaban las caravanas de automovilistas en muchas ciudades del país demandando la renuncia del presidente Andrés Manuel López Obrador por sus evidentes fallas en la conducción del país y constante incitación a la confrontación de clases y sectores, cuando ya las redes sociales o mejor dicho “sus benditas redes sociales” como les llama, esas que le cuestan casi 600 mil pesos al mes, desataban furibundos ataques por medio de bots y trolls atacando a los inconformes con toda clase de señalamientos y descalificaciones.

Al centro, hicieron tendencia las frases y provocaciones que son lenguaje cotidiano de López Obrador: “Fueron los conservadores… los que quieren seguir disfrutando de los privilegios del Gobierno… los que se oponen al destierro de la corrupción… los ricos que manejan puros carros de lujo o modelos nuevos… los defensores de la peste que más daña a México como es la corrupción…”.

Consiguieron las “benditas redes sociales”, que miles de seguidores de AMLO sin la menor capacidad de reflexión ni análisis se engancharan en mensajes que son repetidos hasta el hartazgo en redes no por personas sino por robots programados para esa función, -, y se lanzaron en insultos contra los marchistas desacreditando el movimiento.

Si tantita atención y cuidado hubieran puesto, verían que esos carros de lujo y del año al que se refirieron igual que el propio López Obrador, son vehículos de circulación común en México; son automóviles en manos de un comerciante, un burócrata, un empleado, un vendedor de frutas, hortalizas y hasta agua de garrafón; del médico, ingeniero, arquitecto para trasladarse a sus áreas de trabajo.

Son herramienta laboral de una vendedora de catálogo que utiliza para llevar el sustento de su familia; de un agricultor o ganadero, del profesor para viajar a su centro de enseñanza, como también de un empresario que arriesga y genera empleo.

Ocultan también las “benditas redes sociales” de AMLO, que el 65% de los dueños de esos vehículos “relucientes” los deben; los adquirieron mediante créditos bancarios o con financieras y los están pagando. No los tienen por ser una casta divina.

Son de personas de carne y hueso que se la parten – como se dice en términos coloquiales-, en sus respectivas trincheras y que nadan contra la corriente representada por el encajonamiento del presidente a las actividades que desempeñan para no ceder.

Que si hay fifís, hijos de papi, de esos que nacieron en cuna de oro y pañales de seda por supuesto, como el propio vástago de López Obrador, José Ramón López y su esposa Carolyne Adams que se dan vida de magnate mientras su padre pregona austeridad y amor a los pobres; pero son los menos, tal vez el 1% de los mexicanos.

Los que tuvieron el valor de salir a las calles para decirle a López Obrador que se vaya, que no lo quieren, que no quieren el socialismo que trata de imponer en nuestro país, que reconozca que se equivocó en las políticas económicas, contra la corrupción (cada día aparecen más funcionarios de la 4T embarrados en corruptelas y negocios a la sombra del cargo); que no ha sido capaz de bajar los índices de inseguridad ni de pobreza y que sus programas sociales no están funcionando como anunciara, por tener bases de papel, son personas hombres y mujeres que se niegan a que el país se siga desmoronando.

Ellos no fueron bots ni trolls, tampoco gente encumbrada que extrañe desaparición de prebendas. Fueron y son mexicanos dignos que tampoco están contra Andrés Manuel López Obrador el hombre, sino contra un presidente de sueños mesiánicos y delirantes que perdió el rumbo y nos arrastra al oscurantismo de desarrollo, progreso y bienestar.