Por: Alma Gutiérrez Ibarra
Julio 12, 2019
La economía de un país es para cualquier gobierno uno de los principales indicadores de si su gestión va por el buen o por el mal camino, y es uno de los sectores en el que más impactan las decisiones que toman los mandatarios.
En el caso de México, la voz de los expertos en materia económica coincide que las expectativas del gobierno de Andrés Manuel López Obrador están en riesgo y podrían no cumplirse debido a diversos factores que le afectan de forma negativa, siendo la principal causa que las inversiones públicas y privadas parecen estar estancadas.
Muchos industriales temen que ese estancamiento prevalezca si el gobierno obradorista no rectifica el rumbo, es decir que se revisen las políticas de austeridad y anticorrupción que se han impuesto y aunque en algunos sectores son vistas con buenos ojos, más bien parece que no impulsan el crecimiento de la economía mexicana.
Sobre todo porque México, siendo la segunda mayor economía de América Latina solo por debajo de Brasil, todavía es dependiente de los ciclos de la economía estadounidense que nos lleva a una desaceleración global que significaría la caída de su crecimiento entre un 0.8 y 1.8 % al final de este año. Como dato cabe destacar que el 2018, México cerró con un crecimiento anual del 2.0 % y que la promesa del presidente era lograr un crecimiento del 4.0%.
Lejos de indicadores de economía mundial, en los últimos meses se siente en el común de la gente el descontento por el actual gobierno: hubo despidos entre burócratas con años de antigüedad que representan una suma a la cifra del desempleo porque por sus años ya no podrán ser contratados tan fácilmente. Esto amén de que significa una familia sin ingresos fijos.
Hubo recortes en dependencias federales a rajatabla, lo que mermo en la prestación de servicios al público en general, quedándose en algunos casos hasta sin papel o tinta para trámites básicos. Igual pasó en el caso de hospitales y clínicas donde se incrementó el número de quejas por la falta de medicamentos.
Hay una larga lista de casos que ejemplifican que la política de austeridad no les funciona del todo, especialmente si los comentarios generalizados entre la población común y corriente es que en tiempos de López Obrador vale más ser “nini” o pertenecer a algún sector de la población “desprotegido” para disfrutar de las becas, apoyos o dádivas que se otorgan sin tener que pagar impuestos, derechos vehiculares, ISR o cualquier otro pago gubernamental que se aplique.
¿En qué país puede normalizarse que los apoyos se den “a los que menos tienen” cuando la base trabajadora parece atravesar por una de sus peores rachas? No se trata si trabajas en gobierno o la iniciativa privada, la economía familiar va para abajo por igual, el nivel adquisitivo también, los precios siguen a la alza y no hay salario que ajuste para llegar tranquilos al fin de quincena.
Solo basta observar a tu vecino, a tu familiar o a ti mismo en busca de un segundo o tercer ingreso, montar un pequeño negocio de comida o ropa, usar las redes sociales para ofrecer tus servicios profesionales o simplemente ser distribuidor de tal o cual marca de cualquier producto que signifique un ingreso extra. Y todo esto mientras el gobierno al que muchos apostaron por significar un cambio solamente responde “yo tengo otras cifras”.