Toño Martínez
Marzo 17, 2025
No presidenta y con sustento público y social no científico o de ser necesario también, los macabros asesinatos del rancho » Izaguirre» al estilo campos de exterminio nazi, la desaparición forzada de personas y la delincuencia que desangra a México no son ninguna conspiración informativa en contra de su gobierno sino el resultado de la maldición faraónica tabasqueña «Abracadabrazos no balazos» que no se ha sabido conjurar.
Las desapariciones sobre todo de gente joven, hombres, mujeres, adolescentes y hasta niños van en aumento y se contabilizan en los casi cinco primeros meses de su mandato de acuerdo a datos del propio gobierno 4, 010. El último año del régimen de Andrés Manuel López Obrador fueron 87 personas al día para un total de 50 mil en su sexenio recopiló la organización Causa Común que dirige Maria Elena Moreira.
Son datos duros de una realidad descarnada reflejada en el dolor, angustia, frustración y furia de las madres buscadoras y es grosero e irresponsable que trate ingenuamente de politizar un asunto de lesa humanidad con extrañas mezcolanzas retóricas con las que pretende de distraer a la opinión publica de la gran tragedia nacional culpando a la oposición -como si mucha fuerza tuviera – y a medios informativos de los fracasos de la cuarta transformación en dar a los mexicanos orden, paz y tranquilidad.
Presidenta Sheinbaum deshágase de la maldición del «Abracadabrazos no balazos» que pesa sobre México y de ser necesario acepte ayuda de brujos mayores como Trump para que neutralice el maleficio del tabasqueño.
En su voz, ademanes, mirada se percibe que le cuesta mucho sostener las órdenes ocultas para defender a capa y espada a un sistema fallido en lo esencial, ese al que no le importa la dignidad, el sufrimiento, las leyes ni el futuro que son los jóvenes. Sea usted, porque el juicio de la historia no discrimina a nadie.
Rancho » Izaguirre» se ha convertido en un grito de batalla por justicia como en su momento fueron Las muertas de Juárez, «Aguas Blancas».
Los desaparecidos de Ayotzinapa, los crímenes de «El Pozolero”, San Fernando.
Buscar culpables en la política no ayuda solo empequeñece más a gobiernos de oropel.