¿Cuál es el balance del año que termina?

Dr. Jaime Chalita Zarur

Diciembre 28, 2019

La esperanza de una sociedad para ser democrática y civilizada, no es responsabilidad de los gobiernos, ello nos toca a todos y cada uno de los habitantes del País en donde se nos permite vivir. Cumplir obligaciones y luego exigir derechos, es el camino.

Ha llegado el momento cronológico de la humanidad, de hacer el balance entre el bien y el mal. El último mes del año se termina y con ello, nuestras expectativas de lo planeado, pero igualmente, de lo que alcanzamos y lo que no realizamos. Lo bueno y lo malo que hicimos o, nos tocó vivir y, como lo afrontamos.

No cabe ninguna duda que el año que termina, ha superado, en la forma en que se vea y, como quiera que se analice, la pérdida de vidas humanas, de las formas más violentas que jamás habíamos imaginado, causando dolor y desolación en las familias. Los ánimos de cobrar venganza aumentan y con ello la apuesta a la impunidad. Además el sentir que el Estado, aun cuando no sea así, está rebasado desde la óptica ciudadana, por quienes se dedican a lastimarnos en nuestra persona o, patrimonio.

De verdad muchas veces los mexicanos, hemos sido objeto de estudio y de múltiples definiciones de nuestro estatus personal, pero igualmente social. ¿Cómo somos los mexicanos? ¿Cómo nos vemos en lo personal y luego en lo social, desde la óptica personal? ¿Realmente cómo podríamos definir nuestro destino individual, pero también, en la comunidad?

Estas y muchas preguntas llegan, como lo han hecho recurrentemente, espacialmente en este último mes del año que, en lo referente al tiempo, ha inventado el ser humano para medir a los demás, a nosotros mismos y, el avance o retroceso de la comunidad internacional, de un año a otro.

Más allá del estereotipo mexicano de su comida, su alegría, su hospitalidad, sus gustos por el mezcal y el tequilita, ¿qué esperaríamos y que quisiéramos que fuese la visión de nuestra naturaleza bajo cualquier forma de observación?

Nuestro País se está estereotipando con una imagen de peligroso. Como los mexicanos, nos hemos vuelto violentos rompiendo todas las leyes que nos rigen, lastimado a propios y ajenos pero igualmente la confianza de la comunidad mundial y, con ello El Progreso de los mexicanos.

Desde luego que el principal deber de cada ser humano en el continente de nuestra república, es cumplir nuestras obligaciones, derivadas de las leyes que atan la conducta humana. Deshacerse en discursos con oratorias encendidas y atropellar con hechos a los demás, debe ser castigado y desterrado de nuestra sociedad. No más trampas, no más abusos, de unos contra otros. Ser mexicano implica, más allá del orgullo de serlo, responsabilidades.

Nuestro País, es uno de lucha casi interminable, por su autodeterminación democrática, ahora de transición. El sentirse orgullo cada año de nuestra Independencia Mexicana, o, de nuestra Revolución, no ayuda en la esperanza de nuestro porvenir para mejoría propia y de los demás. Pero es aquí en donde fallamos entre muchas otras situaciones. Nada se construye de los demás para cada uno de nosotros, nada. Es exactamente opuesta la situación. Es el ser humano quien tiene que esforzarse para salir adelante y aportar a la sociedad en la que se le permite vivir.

Lo anterior toma sentido cuando nos damos cuenta que nada de lo que hacemos para salir adelante, tendría sentido si no es por motivo de los demás. Así, una vez más, el cambio que anhelamos está en nosotros, en lo personal y no en la esperanza de cambio del vecino o, del presidente de cualquier república.

Una vuelta más al Sol, dicen quienes saben de Cronos, empezará dando continuidad a la tradición de cambio de número del año que termina y el que empieza. Otra oportunidad de hacer planes y proyectos; otra oportunidad de mejorar desde el cambio interior que necesitamos todos para retornar la senda de paz, progreso y convivencia sana.

¿Y tú, ya hiciste tus planes de cambio, con la férrea voluntad de cumplir? ¿O, solo será una oferta que muere con el paso de segundero de un reloj?

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