De militares y civiles en seguridad

Miguel Ángel Guerrero Arriaga

Junio 28, 2021

A pesar de su rigurosa formación y su capacitación para enfrentar situaciones de emergencia está comprobado que los militares no son tan efectivos como se requiere cuando se les coloca al frente de la responsabilidad de preservar la seguridad pública y el combate a la delincuencia en San Luis Potosí luego de que en los últimos 10 0 12 años casi una decena de elementos procedentes de las filas castrenses con todo y que han llegado con el grado de general han sido relevados de la titularidad de la secretaría de seguridad pública al no rendir los resultados esperados pues la mayoría de ellos venían de otras entidades donde el fenómeno de la inseguridad es muy diferente a la imperante en el territorio potosino de la que tardan en percatarse, factor que los lleva a fracasar en la tarea de contener la delincuencia, como en los hechos se ha visto hasta la fecha y hay muchos ejemplo que así lo demuestran.

En este orden se recuerda cómo el primer, entonces director de seguridad pública nombrado por Carlos Jonguitud Barrios en su gobierno fue el que fuera jefe de escoltas de su campaña electoral Jaime Ríos Fabela quien lo primero que hizo al llegar al cargo fue plagar la nómina de amigos de esa etapa y al no tener la mínima idea del terreno que pisaba desde los primeros meses empezó a notarse su incapacidad por lo que fue relevado al crecer los índices delictivos.

De entonces para acá los gobernantes tomaron la costumbre de dejar que los mandos militares les enviaran al encargado de la seguridad lo que como está documentado provocó que se hilvanara un largo rosario de fracasos.

Y aunque generales de alta graduación han llegado y con la misma se ha regresado igualmente la historia reciente evidencia que cuando se ha instalado en el cargo a civiles con experiencia y conocimiento de la realidad potosina el estado ha entrado en etapas de paz social y tranquilidad como pasó cuando el comandante Miguel Naya Guerrero fue nombrado responsable de la seguridad pública lo mismo que cuando el pandillerismo se convirtió en uno de los grandes problemas de la ciudad, CJB mandó traer al tamaulipeco Waldemar Rodríguez Inurrigarro quien con su polémico “convoy de sobrevigilancia” logró abatirlo y casi desaparecerlo de algunas conflictivas colonias de la periferia.

Otro que sin ser de origen castrense desde la jefatura de la policía judicial prácticamente fue el encargado de la seguridad fue José Olivo Méndez Rico quien a pesar de lo que se diga limpió la ciudad de delincuentes como mucha gente lo recuerda.

Tales consideraciones bien podrían ser tomadas en cuenta por el gobernador electo Ricardo Gallardo Cardona luego de hacer pública su intención de solicitar la recomendación de un militar para la secretaría de seguridad, veremos.

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