Toño Martínez
Marzo 06, 2019
Va dirigido a destruir su infraestructura, con la reducción del 50% a su presupuesto anual
No fue suficiente para Andrés Manuel López Obrador devastar a los otrora poderosos partidos que dominaron la escena política del país, estados y municipios por décadas, con el tipo de guerra de guerrillas que utilizó durante 17 años para erosionar su fuerza, no. Ahora prepara el ataque final para reducirlos a cenizas, con un misil directo a desbaratar su infraestructura de tal manera que técnicamente queden inmovilizados.
Es un arma teledirigida al núcleo vital para la supervivencia de partidos: el dinero.
La estrategia diseñada en los cuarteles generales de López Obrador y sus generales legisladores del Movimiento Regeneración Nacional Tatiana Clouthier y Mario Delgado secundada por el consejo de guerra que tienen en el Senado y la Cámara de Diputados es contundentemente perversa para cortar el oxígeno a los partido: Reducir a la mitad el presupuesto que recibían cada año, de tal manera que de los 4, 965 millones de pesos que se les canalizaría este año, solo tendrán 2,482 millones que deberán dividirse el PRI, PAN, PRD, Verde Ecologista, Convergencia, Del Trabajo, Alternativa Social y otros satélites pequeños.
¿Cuáles son los argumentos para justificar el ducto del dinero público?
Ah, pues dicen Tatiana y Mario, el fin “es democratizarlos dependiendo menos del dinero y más de su militancia”.
Para López Obrador no es nada difícil pegarles pues conoce de que “pata cojean”. Estuvo en las entrañas del PRI y tuvo acceso a todas sus triquiñuelas.
Igual que 500 años antes de Cristo el general Sun Tzu, sostenía de acuerdo con el libro El Arte de la Guerra: “Si conoces a tu enemigo y a ti mismo, no desestimes el resultado de un ciento de batallas”, Andrés Manuel no ha tenido dificultad alguna en diseñar la estrategia final contra los partidos y la puso en marcha sabiendo que ganará.
¿Cuáles son los argumentos para justificar quitarles el financiamiento?
Ah, pues dicen Tatiana y Mario, el fin “es democratizarlos dependiendo menos del dinero y más de su militancia”.
Eso es técnicamente imposible, no existe pues nunca un partido que haya vivido de las cuotas que paguen sus afiliados, siempre han dependido de las aportaciones oficiales y clandestinas.
Que hubo enorme corrupción en el manejo de este recurso al usarlo para comprar conciencias, encumbrar a gente sin mínimo concepto del servicio público pero en cambio, someterse al poder político es cierto.
Agregan en la exposición de motivos que “es salvar la democracia” al impedir la infiltración de recursos provenientes de entes y personajes oscuros como la delincuencia o de intereses hasta trasnacionales.
El misil de AMLO los agarra sin defensas, ni generales ni coroneles, y menos soldados, pero francamente con todo y los defectos de los partidos no pueden dejarse extinguir.
Un régimen de partidos en un país democrático como el nuestro debe prevalecer por salud política, como un dique por más pequeño que sea contra aviesas intenciones de establecer regímenes que terminarían haciendo más daño que beneficio al pueblo. Piénsenlo y aunque sea de limosnas pero levántense.