Dios mío, dame sabiduría  para entender que es un político a la mexicana.

Toño Martínez

Si un don o regalo puedo pedirle a Jesús para esta Navidad, es que me de aunque sea un poquito de inteligencia para saber que es un político, porque  busco en lo teórico y analizo ejemplos, recurro a ecuaciones cuánticas y consultas filosóficas  pero la verdad estoy hecho bolas.

¿Serán acaso el eslabón perdido? ¿Un ente atrapado entre el Australopitecos y el hombre civilizado?

A veces sospecho que los políticos vienen de otro planeta, de algún lugar del multiverso o de la dimensión desconocida. Bueno creo que son un enigma más intrincado que los documentales de History Channel.

Mi inquietud a sido esa y se intensifica ahora que estamos en tiempos pre electorales que ya es lo mismo porque los políticos hasta las leyes y ordenamientos que organizan los procesos  se lo pasaron por el arco del triunfo metiendo a la gente en la espiral del  «que onda’.

Se supone de acuerdo a la Paleontologia  que a partir del estudio de fósiles hace entre 7 a 13 millones de años surgió el Homo Erectus y comenzó a tener signos de inteligencia al aprender e usar fuego, y construir las primeras herramientas y armas de piedra y madera y formar comunidad.

Pero a toda esa distancia hay una subespecie, los políticos  que ha  aprendido tan poco o a veces mucho, y al estilo Maquiavelo recurren a argucias legales para torcer el sentido correcto del término  y lo aprovechan  para dominar, sojuzgar y someter a un pueblo.

Un político, parafraseando a Aristóteles, debe buscar la armonización entre el ideal de la sociedad con las leyes, el orden, valores y derechos humanos, liderar a una comunidad para buscar estándares de vida que propicien estabilidad y desarrollo humano en todos los sentidos.

Pero no, el político ha caído -con sus excepciones claro- en un propósito de manipuleo, búsqueda de  beneficio personal o de un grupo y de adquirir trato de semi dios al que hay que venerar y rendirle pleitesía.

Fíjense en los ejemplares que están tras un cargo público ahora y tendrán un escaparate de sujetos y sujetas que no ponen al centro de sus propuestas a las personas y si lo hacen es solo como parapeto en la inmensa mayoría.

Pero la naturaleza  humana nos da el veneno y el antídoto y en una sociedad democrática como la nuestra, con solo usar el voto pensado, razonado,  podemos cambiar las cosas despidiendo al eslabón perdido político.