Dra. Rocío Crystabel López González
Recientemente celebramos una de las tradiciones más emblemáticas de la cultura mexicana: el Día de Muertos. Uno de los elementos más representativos de esta festividad es la flor de cempasúchil (Tagetes erecta L.), conocida por su vibrante color y su característico aroma. Esta flor, originaria de México, debe su nombre al náhuatl «Cempohualxóchitl», que significa «veinte flores» o «muchas flores». Como parte de la tradición, se crean senderos con pétalos de cempasúchil que conectan el camino principal con el altar del hogar, guiando a las almas hacia su destino espiritual.
Sin embargo, al terminar la celebración, lo común es desechar las flores utilizadas. Pero, ¿sabías que existe una manera de reutilizarlas? Las flores de cempasúchil no solo simbolizan la conexión entre la vida y la muerte, sino que también poseen propiedades insecticidas, lo que las convierte en una herramienta natural para el control de insectos.
El cempasúchil, al igual que muchas otras plantas, produce una amplia variedad de compuestos fitoquímicos como resultado de su metabolismo, es decir, los procesos bioquímicos que ocurren en sus células. Entre estos compuestos destacan aquellos con propiedades insecticidas, los cuales son aprovechados en la agricultura.
El Dr. Marco Tucuch, especialista en parasitología agrícola, explica: «Actualmente, la capacidad insecticida de las plantas se utiliza para el control de plagas mediante extractos botánicos o cultivos barrera. Algunas de las plantas con este propósito incluyen Azadirachta indica (neem), Allium sativum (ajo), Chrysanthemum cinerariifolium (piretro), Nicotiana tabacum (tabaco), Tanacetum cinerariifolium (matricaria), Ruta graveolens (ruda), Syzygium aromaticum (clavo de olor), Eucalyptus spp. (eucalipto), Mentha spp. (menta), Rosmarinus officinalis (romero), Capsicum annuum (chile) y Cinnamomum verum (canela)».
Como hemos mencionado en columnas anteriores, las plantas producen fitoquímicos como parte de su estrategia natural para protegerse de enfermedades, plagas y factores ambientales adversos. En particular, los metabolitos con actividad insecticida desempeñan un papel crucial en esta defensa.
El Dr. Marco Tucuch explica: “Algunos metabolitos, como los alcaloides y las piretrinas, afectan el sistema nervioso de los insectos, provocando parálisis y muerte. Otros compuestos, como los terpenoides, fenoles, flavonoides y taninos, actúan como repelentes, interfieren en sus ciclos hormonales o interrumpen su desarrollo y reproducción. Las saponinas y lectinas dañan directamente las membranas celulares, causando muerte celular, mientras que los taninos y compuestos fenólicos dificultan la digestión, generando desnutrición que reduce el crecimiento y la fertilidad de los insectos”. Esto evidencia cómo las plantas no solo son esenciales para los ecosistemas, sino que también ofrecen soluciones naturales para el manejo de plagas.En el caso del cempasúchil, se ha identificado el tiofeno como el metabolito responsable de su actividad insecticida, presente tanto en sus hojas como en sus flores. Su potencial insecticida ha sido comprobado contra la mosquita blanca, una de las principales plagas de cultivos agrícolas.
La importancia de controlar este insecto radica en que es un vector de los geminivirus, un grupo de virus asociados con diversas enfermedades en cultivos de gran relevancia económica, como el frijol (Phaseolus vulgaris), el tomate (Solanum lycopersicum), el chile (Capsicum annuum) y la calabaza (Cucurbita spp.), entre otros. Esto subraya el valor del cempasúchil como una alternativa natural para el manejo de plagas agrícolas y la protección de los cultivos.
Aunque ya se conoce mucho sobre la capacidad insecticida de diversas plantas, el Dr. Marco Tucuch señala que México es uno de los países con mayor diversidad vegetal. «Actualmente, se llevan a cabo numerosas investigaciones en instituciones públicas y privadas para identificar y caracterizar compuestos fitoquímicos con potencial insecticida, además de comprender sus mecanismos de acción y desarrollar productos bioinsecticidas. También se está explorando el uso de nanotecnología para mejorar la eficacia mediante micro y nanoencapsulados», comenta. También menciona que, “Entre las instituciones destacadas en este ámbito están la UNAM, la Universidad Autónoma Agraria Antonio Narro, la Universidad Chapingo, el INIFAP, el COLPOS, y empresas privadas como GreenCorps Biorganiks de México. Estas investigaciones son fundamentales para fomentar prácticas agrícolas sostenibles. Por ello, es crucial continuar apoyando este tipo de proyectos, que ofrecen soluciones más efectivas, accesibles y ecológicas para los agricultores”.
Finalmente, les comparto una forma de reutilizar el próximo año sus flores de Cempasúchil para hacer un insecticida casero para las plantas de su jardín. Primero vamos a tomar 20 flores de Cempasúchil (frescas o secas) y vamos a separar los pétalos de cada una de ellas y colocarlas en un recipiente hondo. Posteriormente vertimos 2 litros de agua y dejamos reposar por 5 horas. A continuación, molemos los pétalos y dejamos reposar 12 horas la mezcla molida. Finalmente colamos los pétalos con una tela y la colocamos en un aspersor para utilizarla en nuestro jardín. Rocía el insecticida sobre tus plantas una vez por semana, preferiblemente por la mañana o al final de la tarde, evitando las horas de mayor exposición al sol.
Espero que esta información te sea de utilidad y cuéntame si haces tu propio insecticida casero y con qué plantas. ¡Te leo!
Datos personales:
Rocío Crystabel López Gonzalez, Doctora en Ciencia de los Alimentos y Comunicadora Científica (www.linkedin.com/in/crystabel-lópez-gonzález)
Agradecimientos: Al Doctor en ciencias en Parasitología Agrícola Marco Antonio Tucuch Pérez (Facultad de Ciencias Químicas, Universidad autónoma de Coahuila)
Contacto: https://www.linkedin.com/in/marco-antonio-tucuch-perez-11a15731/
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