Por: Renato Consuegra
Enero 14, 2025
El futuro de las micro, pequeñas y medianas empresas (MiPyMEs) en México está siendo modelado por decisiones políticas y económicas tomadas hoy. Sin embargo, en este ciclo evolutivo o bucle temporal, donde cada decisión genera una cascada de efectos, es fundamental entender las consecuencias futuras para aprovechar las oportunidades y mitigar los riesgos que permitan a estas unidades de negocio salvar el momento y no sólo subsistir, sino desarrollarse para contribuir en el desarrollo económico del país.
Apoyo a las MiPyMEs en 2025 como las subvenciones y los créditos anunciados por los distintos gobiernos federal y estatales, prometen beneficiar sectores clave como la manufactura, el comercio y los servicios. Sin embargo, la pregunta crucial es si estos recursos llegarán a las zonas rurales, donde el acceso al financiamiento tradicional es limitado como las regiones tradicionalmente desatendidas en el caso de Chiapas y Oaxaca, donde el impacto de estas ayudas podría ser transformador, pero solo si se acompañan de estrategias de capacitación y acompañamiento empresarial.
El efecto en la economía local también dependerá de cómo se prioricen los sectores porque mientras que la tecnología y la energía renovable podrían atraer inversiones sustanciales, las pequeñas empresas familiares en el comercio minorista podrían quedar relegadas. Este desequilibrio podría ampliar las brechas económicas entre las regiones urbanas y rurales, un tema que las políticas de inclusión deberán abordar de inmediato.
En el ámbito de la digitalización, las MiPyMEs están experimentando un impulso forzado hacia la adopción de tecnologías digitales y, si bien esto podría ampliar sus capacidades operativas y su alcance de mercado, también plantea un riesgo significativo de exclusión. Según un informe reciente de la AMIPCI, solo el 30% de las MiPyMEs rurales tiene acceso a internet confiable, lo cual significa que, sin una infraestructura adecuada, el esfuerzo por digitalizar el sector podría aumentar la disparidad entre las pequeñas empresas y los grandes corporativos tecnológicos.
Por otro lado, la digitalización también abre la puerta a oportunidades inesperadas como son las plataformas de comercio electrónico como Mercado Libre y Tiendanube, las cuales están ofreciendo soluciones accesibles para pequeños negocios. Un caso ejemplar es el de una empresa de artesanías en Puebla, Genuina Market, que gracias a la digitalización logró exportar productos a Europa y duplicar sus ingresos en un año. Estas historias demuestran que, con el apoyo adecuado, la tecnología puede ser un gran igualador.
Otro aspecto crucial son los cambios regulatorios como las nuevas normativas fiscales que se implementan en 2025, las cuales desde el discurso oficial buscan simplificar el cumplimiento para las MiPyMEs, que incluye la eliminación de trámites redundantes y la creación de una plataforma única para declaración de impuestos. Sin embargo, la clave estará en la aplicación de estas medidas porque la burocracia y la falta de capacitación podrían transformar una reforma prometedora en un obstáculo más.
La formalización de las empresas es otro tema en el que los cambios regulatorios podrían tener un impacto significativo. En México solo el 25% de las MiPyMEs están formalizadas, según el INEGI; la eliminación de barreras burocráticas podría aumentar este porcentaje, pero también será necesario ofrecer incentivos tangibles, como acceso a créditos y programas de capacitación, para que los empresarios vean un valor real en la formalización.
Además, las reformas laborales también están en el centro de la discusión. La introducción de beneficios obligatorios como el seguro de salud y los planes de pensiones podría aumentar los costos operativos para las pequeñas empresas. Sin embargo, también podría mejorar la retención de talento y aumentar la productividad a largo plazo, creando un equilibrio positivo entre costo y beneficio.
Las decisiones tomadas hoy en torno a subvenciones, digitalización y regulaciones fiscales y laborales tienen el potencial de transformar el panorama empresarial en México, empero, para que estas políticas sean efectivas, deben estar diseñadas desde una perspectiva inclusiva y orientadas a resultados. Esto es, que el reto está en equilibrar las necesidades inmediatas de las MiPyMEs con las demandas de un entorno global cada vez más competitivo.
El ciclo evolutivo de las MiPyMEs es una oportunidad para anticipar y moldear un futuro más equitativo y sostenible. Con una visión estratégica y colaborativa, estas empresas pueden convertirse en los pilares de un crecimiento económico inclusivo que beneficie a toda la nación.
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