El impacto del Covid-19 en la educación

Adrián del Jobo Ponce

Julio 18, 2021

La aparición en China del coronavirus SARS COV 2, en diciembre de 2019, y su frenética expansión por todos los países del mundo a lo largo y ancho de los continentes, ha significado un verdadero impacto global sin precedentes en la historia. Sin lugar a duda, todos los sectores se vieron afectados, desde los más consolidados hasta los más vulnerables. El campo educativo no fue la excepción al sufrir una fuerte afectación, fracturando la mecánica sistémica en todo el mundo, aun cuando varios fenómenos de naturaleza social o ambiental se han dado con anterioridad. En 1576 la fiebre hemorrágica, viruelas epidémicas 1799, cólera 1833, el consejo superior de educación pública y el debate de higiene escolar en la escuela primaria 1907-1908, entre políticos y científicos influenza h1n1, 2009, los tsunamis o los desastres naturales que han cobrado miles y miles de muertes. Desde luego debemos tener presente las grandes cuestiones permanentes como son la gran crisis mundial del hambre, la pobreza, cambio climático entre otros, con todo su impacto geo dimensional.

Según la UNESCO, en ningún otro momento de la historia se habían visto suspendidas las actividades de más de 1,215 millones de estudiantes, de todos los niveles educativos, en el planeta entero, sin embargo las cifras podrían ser más grandes.

Una enfermedad que afecta a todos los grupos de la sociedad sin importar raza, nivel socioeconómico, edad, lugares, privilegios, personas con educación, simplemente amenazando a casi 8 billones de seres humanos de manera contundente, según cifras del Fondo de Población de las Naciones Unidas al 2021.

La nueva realidad, enfrenta a la comunidad educativa a explorar nuevas herramientas fuera de las convencionales, estar en mayor interacción con su entorno y contexto, ha detonado el uso masivo de herramientas digitales en el proceso de enseñanza aprendizaje, donde en ocasiones sabe cómo usarlas y no precisamente para actividades escolares. Dado el tiempo transcurrido y todos los cambios que han implicado la pandemia, es claro que existe una evolución y adaptación de la sociedad en la educación del uso de las tecnologías, la misma necesidad de atender las actividades propias en este sentido dependiendo el rol que se tenga.

El concepto de aula ha sido extendido en dimensiones inimaginables, de un espacio físico a algo más…obligando a las instituciones a ser más versátiles en aspectos curriculares, organizacionales, administrativos, financieros, etc. Un punto trasversal es el tema económico que ha hecho que muchos estudiantes deserten o pausen sus estudios para apoyar en sus hogares, o en su defecto, la perdida de una visión de vida basada en la educación académica. El impacto es y será un cambio en cómo se concibe la enseñanza, que si bien ya se tienen articulaciones en los planeas, así como la restructura y en muchos casos las reingeniería total en la mecánica de la oferta en cada nivel escolar, de acuerdo al subsistema o sistema al que pertenezca.

Donde la creatividad y capacidad de adaptación, han sido piezas vitales tanto para alumnos como el sector educativo en general y la sociedad misma, para superar esta pandemia, dejando cimientos que resuelvan futuros eventos de este tipo, aun cuando no se le ha dado la vuelta a la página.

En el aspecto de la dimensión CULTURAL Ha sido muy drástico, sin embargo han demostrado que se tiene la actitud y el deseo de superación por parte de la mayoría de la comunidad educativa, poniendo en práctica el conjunto de valores y principios en las sociedades y han sido afectados en alguna de las variables de esta pandemia, así como demostrado de manera trascendental que es necesario fijar las convicciones y edificar nuestro comportamiento en las prioridades más importantes del ser humano.

En la dimensión ESCOLAR, se manifiesta una sensación de opresión por lo que implica los horarios, las dinámicas, los ejercicios que demanda la escuela desde casa, aunado a todas las posibles condiciones en espacios de vivienda, número de personas por familia, necesidades económicas entre muchas más; termina siendo desgastante para todos. Encontrar la esperanza en regresar a la nueva normalidad con las jornadas de vacunación, ha sido un respiro en este tiempo para la activación de los sectores, ya que si bien hablamos de sector educativo, sabemos que el impacto es en todos los aspectos de la sociedad, donde algunos han encontrado la posibilidad de alguna adaptación mientras muchos tantos más no.

Esto crea una sinergia importante por las necesidades y demandas, haciendo imprescindible pero aun faltante la flexibilidad colaborativa social de todo el conjunto de sectores de forma digna y responsable, incluyendo de una manera sobre saliente, los prestadores de servicio de internet por mencionar alguno, que a pesar de su crecientes ventas y la infraestructura cada vez más grande, ha dejado mucho que deber a la sociedad que implacablemente paga el servicio (aun siendo deficiente) por la necesidad perenne.

Continuando, podemos entender que nadie está preparado y nadie lo estaba para esto en el mundo, sin embargo hemos encontrado seguramente y seguiremos encontrando áreas de oportunidad, para mejorar lo que nos corresponde y sobre todo a estas alturas, haber mejorado algunas de ellas.

Es momento de reflexión continua, de tomar las riendas, si bien es cierto, no tenemos un plan de contingencia absoluto, y mucho menos preparados psicológica y socialmente en situaciones como esta, pero es la realidad de muchos, la realidad de todos y de cualquier manera se seguirá en materia educativa, brindando acompañamiento a los alumnos, que son el centro del sector educativo.

En México según el INEGI al 2020 se estimó 84.1 millones de usuarios de internet y 88.2 millones de usuarios de teléfonos celulares, representando el 75.5 de la población, La encuesta estima que 78.3% de la población ubicada en áreas urbanas son usuarios, mientras que en el área rural la proporción es de 50.4 por ciento, esto abriendo la gran oportunidad de encontrar una salida para la alineación en la adaptación de la capacidad disponible al contexto que se vive en la pandemia.

Por esta Razón contar con los servicios básicos en un centro escolar es imprescindibles y dignificante para el sector educativo, sin embargo las condiciones muestran las carencias que existen en las escuelas, entonces hablar de Tecnología y conectividad desde tiempo atrás, se ha convertido en un tema lujoso para la mayoría de los centros escolares, desde luego el tópico se puede abordar desde muchos ángulos; uno de ellos podría ser, que no existen en la mayor extensión del territorio nacional una cobertura y oferta eficiente y de calidad que brinden lo que requieren las escuelas para llevar a cabo sus funciones. Que decirlo de la inversión o las etiquetas presupuestales públicas necesarias para mantener estos servicios, provocando grandes desigualdades por brechas digitales en las generaciones. Es necesario planear desde las necesidades, desde los problemas que existen, donde la educación sea también una prioridad nacional.

De Esta forma la educación, requiriendo no solo el cumplimiento de los programas que marca el sistema o los presentados en la planeación docente al inicio del ciclo escolar o semestre, continuidad pedagógica requerida para soportar y mantener la escuela a la distancia o mixta, mujeres y hombres determinados y enfocados en las acciones y reacciones de todo tipo, acompañados con material de apoyo emocional, no solo para los alumnos, si no para el mismo docente.

La flexibilidad curricular requerida para el seguimiento disciplinar y metodológico del currículo escolar, para cumplir los perfiles de egreso. Sin lugar a dudas un impacto en los aprendizajes de los contenidos de los programas que cursan los alumnos.

En la huasteca Potosina como seguramente en muchas regiones del País y también en las grandes urbes este escenario que se vive, ha dejado al descubierto la brecha digital que existe entre los sectores de la población; en algunos casos se carece de la conectividad necesaria para poder acceder a los actividades virtuales que encomiendan los docentes, inclusive lo que esto representa para el mismo; la carencia de recursos económicos no permiten a muchas familias acceder a los recursos tecnológicos necesarios para poder adoptar esta modalidad de educación, mucho menos cuando en casa, existen dos o más hijos que cursan su formación en cualquiera de sus niveles. Es importante que padres de familia, alumnos y docentes, se mantengan firmes y versátiles ante esta adversidad, a una nueva forma de realizar esta actividad. El ser humano busca resolver sus necesidades básicas y es complejo ocuparse en otras cosas mientras no se tenga resuelto lo esencial en un momento de desequilibrio económico, emocional o físico.

El aspecto emocional tiene un impacto considerable cuando la mente está ocupada en entender este problema pandémico y se vive con la incertidumbre de lo que puede pasar en un futuro inmediato y si además se incluye otra variable como el tener un enfermo en casa o con un factor de riesgo, las preocupaciones incrementan y con eso afectando anímicamente al grupo familiar de convivencia.

Los alumnos que forman parte de instituciones públicas en su mayoría no habían trabajado la modalidad a distancia, carecían de esta experiencia educativa y los padres de familia desconociendo el uso de las TIC, s, complicando aún más el lograr los aprendizajes necesarios para el cumplimiento de los perfiles de egreso.

EDUCACIÓN en este sector es tal vez la palabra que ha sonado en la mente y el corazón del personal con vocación y espíritu de servicio en lo que hacen, optimizando, diseñando, generando estrategias que logren contextualizar el trabajo requerido para el cumplimiento de todo, mientras que en nuestra sociedad, la falta de empatía, de colectividad, los empujes competitivos y poco colaborativos, se disfrazan de opiniones influyentes creando un subconsciente colectivo que hace más vulnerable al sector educativo, con adjetivación alejada de la realidad de muchos docentes, mujeres y hombre valientes, dispuestos a entregar todos sus recursos en conocimientos, habilidades, talentos, competencias y experiencias para dignificar una de las más loables labores que es el educar. Como bien lo expresa el Dr. Juan G. Chávez, “En la actualidad no debemos quejarnos de los contextos, sus características lingüísticas, tecnológicas y socioculturales, por el contrario debemos ejercer la autonomía curricular desde el ámbito y función en el que nos encontramos”., reflejando el carácter y la voluntad en el deber ser.

La educación en todos los niveles está en la encrucijada tal vez más grande de su historia, sin duda LA EDUCACIÓN SUPERIOR no queda de forma colateral en este sentido, como lo hemos visto múltiples ocasiones en los medios que informan los aconteceres internacionales, pareciera que ningún estado y sector estaba consolidado de tal manera que pudiera abordar los grandes retos que hoy se viven en diferentes intensidades, según el comportamiento de la pandemia, la educación superior y toda su versatilidad, han estirado las ligas curriculares mostrando en muchos sistemas, las fibras más delgadas de los elementos de certificación y validación. LA EDUCACION A DISTANCIA, una forma que no es opcional en la estadística con acceso a internet para mantener las dinámicas pedagógicas, requiriendo transiciones en lo general y por supuesto las consecuencias como disrupciones en todos los procesos para adaptarse a las nuevas modalidades.

Una perspectiva comparada donde todo fluye en búsqueda de la fórmula secreta para atender de la mejor forma a la población que por encomienda toca atender. Que el sostener ejercicios de colaboración provoca compartir experiencias de las cosas que funcionan y las que no tienen los resultados esperados, una reingeniería emergente con miras para quedarse en un énfasis de mejora continua.

Educación en ambientes a distancia suena tan complejo como la simple forma de estructurar una opinión en la generación de los ambientes de educación presencial, esto ha provocado tensiones en todos los sentidos, siendo el procesos de enseñanza el eje medular de los centros escolares y mencionar el sin número de experiencias que se registran día con día, semana a semana, unos abriendo carpetas de evidencias, otros de atención, dudas, buzones que permitan tener espacios donde poder amortiguar las tensiones que se presenten en un momento de impulsos y tirones que manifiestan las experiencias hacia los cambio que se requieren o requerían con urgencia.

El acceso y aprovechamiento de los medios pensando que es un recurso con el que cuenta la sociedad y todos los sectores que la integran, en ese sentido el sector educativo necesita un apoyo desde el estado para su aprovechamiento y poder optimizar gran número de procesos ya que no solo se tiene que presentar el trabajo que se hace en las escuelas a la sociedad, si no que se puede utilizar como una herramienta para optimizar dicho trabajo y poder llegar de manera masiva a toda la población, asimismo estimulando y promoviendo los aspectos académicos, escolares, culturales, científicos y todos los que componen el ejercicio, para generar una inercia de crecimiento y desarrollo social, logrando una escuela atractiva realmente siendo una opción de calidad y bienestar.

Esta nueva era con todo lo que está implicando, demanda de manera contundente evitar reproducir desigualdad social y educativa, aun mas de la que ya se tiene en el país y en el mundo. Todo lo que ha ocasionado los grandes sesgos que se han abierto de un sin número de necesidades, van a marcar las dinámicas de la sociedad, se debe de trabajar en propiciar la igualdad social y educativa, un tiempo de grandes retos, crisis, etc. Pero también representa una era de nuevas oportunidades para mejorar las cosas que no estaban funcionando.

Un momento para Construir una ciudadanía, aprovechando el poder del acuerdo, con soluciones objetivas, colaborativas, donde radique de forma constante y permanente el bien común de la sociedad. Las nuevas formas de convivencia como algo que se capitalice para el rescate y edificación de los grandes valores sociales; la institución familiar, con políticas públicas que permitan el bienestar en el hogar, con garantías laborales y derechos constitucionales que se cumplan y se vivan. Donde el respeto prevalezca y la violencia y la desigualdad se derogue a través de relaciones basadas en el bien común y en los valores universales.

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