Toño Martínez
Enero 10, 2021
Que fue lo que detonó la depresión de Alfredo, ese hombre que escaló de una infancia difícil, de mucho trabajo, poco afecto y escasa oportunidad de estudio a construir a base de gran esfuerzo y disciplina un regular capital y alcanzó habilidad política que lo llevó a ser regidor y funcionario público y hasta fomar parte de un Consejo Bancario.
No solo eso, su capacidad le ganó respeto de compañeros de trabajo que lo encumbraron como líder sindical; pudo además dotar de estudios profesionales a cada uno de sus hijos y los apoyo en la construcción de sus vidas.
Es decir Alfredo era ejemplo de éxito en su entorno.
Tuvo para ello que enfrentar Alfredo presiones, de todo tipo, sinsabores, estados de agudo estrés y problemas de salud derivados de ello. Pero siempre mantenía una actitud positiva y dinámica.
A mediados del año anterior y sin aparente causa particular, Alfredo comenzó a padecer cambios contrastantes en su estado de ánimo y el insomnio dominaba sus noches.
Llegó a cumplir un mes sin dormir a pesar que había recurrido a médicos psicólogos, psiquiatras que le prescribieron medicamentos para inducir el sueño.
Sin embargo no mejoraba y amanecía débil, con tal cansancio que le dificultaba ponerse en pie.
Vinieron las visitas a un médico y otro y otro pero no mejoraba.
Estudios de laboratorio, placas de rayos «X», electrocardiogramas, ultrasonidos chequeos de glucosa, triglicéridos, colesterol, hemoglobina.
Uno de los análisis detectó una baja severa de hemoglobina y recibió varias transfusiones de sangre.
Para colmo, Alfredo sufrió un accidente que le afectó ambas manos y fue intervenido quirúrgicamente pero no podría moverlas por unas semanas contribuyendo a su pesadumbre.
La comunicación con sus amigos comenzó a espaciarse porque su estado anímico estaba desfasado.
Alfredo cayó entonces en terrible depresión que lo condujo a abandonarse, permanecer ausente, somnoliento, su voz era apenas audible y entre palabras arrastradas con lentitud comentaba incoherencias.
Su familia a estado a su lado pero llegó a comentar intenciones negras de decisiones fatales.
Ahora comienza un proceso de recuperación aferrándose a la fe y ayuda profesional.
Este ejemplo del enemigo silencioso que está afectando a un ritmo veloz a los mexicanos comienza a adquirir forma de pandemia.
De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI) 34.85 millones de personas han sufrido episodios de depresión; de estás 14.43 millones son hombres y 20.37 mujeres.
Un millón 630 mil toman antidepresivos.
Pero los casos se multiplican y México no cuenta con estructura hospitalaria suficiente para atender la salud mental.
Los casos de suicidio derivados de la depresión también preocupa.
Aprender a detectar señales de depresión es vital y consisten en tristeza e irritabilidad por cambios de circunstancia en las cosas cotidianas; perdida de interés en las actividades comunes, cambios en patrones del sueño y modificaciones de peso corporal.
También autoevaluación negativa o autoestima baja, pensamientos negativos como el sentir que son buenos para nada, tendencias suicidas.
Salir de la depresión requiere de un gran esfuerzo y apoyo médico.
Pero cosas sencillas como ponerse de pie, respirar profundo, conectar con otras personas, seguir una rutina saludable, elevar la autoestima, ser amable consigo mismo y los demás, acercarse a la familia, ejercitarse.
Desde luego el tema espiritual cuenta y orar funciona.
A cuidarse y a los primeros indicios de depresión, a buscar ayuda.