Ángel Castillo Torres.
Marzo 22, 2023
A 29 años de su asesinato.
Hace 29 años, en un artero atentado, fue asesinado Luis Donaldo Colosio. Recodar esta tragedia hiere el corazón de los priistas y lacera los sentimientos de quienes percibieron en él una esperanza para cambiar el sistema político mexicano.
El crimen ocurrió un 23 de marzo de 1994 después de un acto proselitista celebrado en un arrabal de Tijuana, Baja California. Ese mitin en Lomas Taurinas fue uno más de los eventos de campaña que el candidato del PRI a la presidencia de la república realizaba en su recorrido por el país.
Concluido el evento Colosio salió caminando de aquel sórdido lugar saludando de mano a la gente. En medio del tumulto y repentinamente, sin que nadie lo impidiera, un joven se le acercó y a quemarropa le disparó en dos ocasiones lesionándolo de muerte. Colosio fue llevado de inmediato al Hospital General de Tijuana, pero ya nada pudieron hacer por él. A las 19:45 horas de ese día los médicos que lo atendieron lo declararon muerto. Fue un momento dramático que conmocionó al país.
Oficialmente el responsable del magnicidio fue Mario Aburto Martínez, pero en el imaginario colectivo tomó fuerza la certidumbre de que su asesinato fue producto de un complot orquestado por las élites priistas. La teoría de un asesino solitario nunca fue aceptada por la opinión pública. Para la mayoría de los mexicanos Aburto no actuó por cuenta propia, detrás de él había autores intelectuales que armaron su mano asesina. Colosio era una amenaza para sus intereses y había que aniquilarlo. A partir de aquella fecha cada año los priistas realizan un ritual en el que recuerdan a Luis Donaldo Colosio. En ceremonia especial y de forma emotiva se recuerda su vida como académico, funcionario, padre de familia, líder del PRI, diputado y candidato presidencial. Colosio es considerado un mártir y un guía moral, así que en ocasión de su aniversario luctuoso los directivos de este partido afirman y prometen honrar su legado.
Pero en realidad Colosio no ha sido ni es su fuente de inspiración. Los dirigentes han traicionado sus enseñanzas. El viejo PRI sigue reinando. A 29 años del asesinato de Colosio el tricolor no ha cambiado.
Siguen vivas las prácticas que el sonorense intentó cambiar. No hay democracia interna, es un partido en el que las élites deciden, el PRI se ha alejado de la sociedad y de sus causas; no denuncia a los corruptos que se han aprovechado de sus siglas, pareciera que más bien los protege brindándoles impunidad.
Haber abandonado la agenda de cambios que en su momento promovió Colosio está provocando el hundimiento del que fuera el partido hegemónico y más longevo de México. Hoy el PRI vive una crisis que puede ser terminal. Corre el riesgo de desaparecer o convertirse en un instituto político de minorías.
Actualmente solo gobierna en tres estados de la república (Durango, Coahuila y Estado de México) pero el 4 de junio de este año habrá elecciones de gobernador, diputados locales y presidentes municipales en las dos últimas entidades federativas y el pronóstico para el PRI es muy malo, puede perder frente a Morena y sus aliados. De cumplirse esta profecía el partido de Colosio solo gobernaría en Durango y tal vez en Coahuila.
El PRI se extingue y sus directivos lo niegan, pero además no cambia y sigue empeorando su ruina. No obstante que este sombrío panorama los rodea los dirigentes del PRI realizarán mañana el 29 aniversario luctuoso de la muerte de Luis Donaldo Colosio.
Aquí en San Luis Potosí este ritual conmemorativo que anticipa las exequias del PRI, será oficiado por uno de sus enterradores, Elías Pesina, dirigente estatal, quien acompañado de otros liderazgos harán un uso político de la memoria de Colosio.
Arrinconado, desprestigiado y sin futuro, Pesina va a convertir la ceremonia luctuosa de mañana en un acto de respaldo a su persona intentando desesperadamente evadir la petición de que renuncie por dignidad luego de que sobre su cabeza pesan acusaciones de corrupción de cuando se desempeñó como oficial mayor en el gobierno de Juan Manuel Carreras. Elías y su porra no podrían ver a los ojos a Luis Donaldo Colosio si hoy se les apareciera. Han hecho todo lo contrario de lo que él soñó que podría ser el PRI y de lo que debería ser el ejercicio democrático y honesto del poder.
Es un sacrilegio que aún después de su muerte estos priistas utilicen su memoria para intentar limpiar sus pecados. Al montar esta farsa menosprecian la inteligencia colectiva de la sociedad. Porque ha trascendido que para llenar el auditorio del edificio del PRI Elías y sus cómplices echaran mano del acarreo para dar la impresión de que el cuestionado líder estatal cuenta con el respaldo de las bases militantes.
El ingeniero Elías nunca se ha distinguido por sus cualidades de ideólogo. De hecho es un dirigente ajeno al dogma dejado por Colosio. No participa en el debate público cuando hay temas de trascendencia para la sociedad. Evade y huye de los reporteros de los medios de comunicación porque no le gusta polemizar y no se siente capaz de argumentar tomando como inspiración la Declaración de Principios del PRI y su doctrina socialdemócrata. Se siente incómodo frente a los micrófonos. No conecta con los sentimientos de los militantes.
Incluso ahora que está en medio de la tormenta por los señalamientos que se le hacen de presunta corrupción ha optado por esconderse y no comandar su propia defensa ni la de su exjefe al que todo le debe.
Así que si acaso hace uso de la tribuna en la ceremonia de recordación del 29 aniversario del asesinato de Luis Donaldo Colosio lo hará leyendo un discurso que alguien le hizo por encargo. Su discurso será el equivalente al canto del cisne. Vive el PRI días de tragedia y de muerte política. *El canto del cisne es una expresión que alude al último gesto realizado por alguien a punto de morir o a punto de jubilarse, metáfora que proviene de los cuentos medievales que aseguraban que “cuando se aproxima el final de su vida [la del cisne] canta mejor y más fuerte; y, así, cantando, él acaba su vida”.