Toño Martínez
Abril 23, 2020
Pisando el umbral de una auténtica catástrofe sanitaria que se nos viene encima, y puede llenar los hospitales del estado hasta con mil enfermos diarios y docenas de muertos, es el momento para decirles a esos valientes de pacotilla y payasos ignorantes que se ufanan de violar todas las medidas preventivas poniendo en riesgo principalmente a sus familias, que su actitud equivale a tener sobre su cabeza una guillotina con el cable deshilachado que en cualquier momento se romperá y al cortarlos salpicará a mucha gente.
Ya no hay tiempo para jugar perversamente con el «no es cierto, el Coronavirus es un invento,» con » a mí me hace lo que el aire a Juárez» o «me vale, pues de algo me tengo que morir».
No puede haber frente el descomunal avance del virus por todo el mundo visiones más miopes y hasta criminales como esas.
Sonará malvado pero me gustaría ver el rostro de uno de esos que se creen intocables si al llegar a su casa encontraran a sus padres, mujer, niños tirados sobre una cama, con un rictus de sufrimiento indescriptible en su cara, abriendo la boca desesperadamente porque no pueden respirar, y con una temperatura que los está asando vivos por haber sido infectados de COVID19.
Nadie estamos a salvo del riesgo, nadie, ni siquiera las primeras y poderosas potencias del mundo.
Hasta este jueves los casos en el orbe llegaban a 2 millones 471 mil personas más las que se acumulan cada minuto.
Y la cifra de fallecidos alcanzaba 169 mil. Solo en nuestro vecino Estados Unidos se contabilizaban 802 mil casos con 44, 575 muertos de carne y hueso.
En México lindo y querido ya iban 970 personas que ya no podrán ver los amaneceres ni atardeceres porque el virus los mató y tiene a 10, 544 casos comprobados.
San Luis Potosí seguía con 74 casos incluyendo 3 nuevos -entre ellos el primero comprobado en Valles, un médico- y 5 muertos.
Pero los doctores Mónica Liliana Rangel Martínez secretaria de salud y Miguel Lutzow director de salud fueron contundentes en el corte de ayer: estamos como en una carrera contra la muerte por iniciar la salida de meta, cuando por más que haya Sido horrible lo ya experimentado quedará eclipsado frente a la invasión por todos lados del monstruoso enemigo que no tiene compasión ni piedad como la canción de José José.
No es una película de horror de Netflix ni de James Wan o Tobe Hopper ni tampoco de Hickok; es la descarnada realidad a la que nos enfrentaremos.
Pero, para consuelo y esperanza de que no todo está perdido, podemos tomar los escudos de Susana Distancia, agua y jabón para lavado de manos, gel antibacterial, trapeador con desinfectante, cubre bocas si tiene que salir a comprar comida – no caguamas por favor- y aunque le digan fachoso, estirado o presumido no se junte con nadie ni salude de mano o de beso.
Podemos librarla sin hacerle al valiente ni al payaso. ¿Estamos?