Son muy nobles, leales y resistentes… esos animalitos.
Toño Martínez
No se trata de establecer paralelismos ni comparaciones pero cuando las campañas electorales están en pleno apogeo hay otra fiesta de competencias, festivales, regalos, comida, paseos, medición de estampas de participantes y ornamentación de ejemplares: es el Día del Burro.
Miren, este miércoles 8 de mayo mientras los candidatos a presidente de la república, a Senadores, gobernadores, diputados y a presidentes municipales echaban mano de sus mejores recursos publicitarios y hablaban hasta por los codos prometiendo el paraíso terrenal, allá en Otumba estado de México los asnos retozaban y rebuznaban pero de alegría, admirados y consentidos por la gente que fue por puro gusto convirtiéndolos en las estrellas del día, en el Santuario de los Burros.
También hubo competencias de ornamentación con que los cubrieron, de cuál era mejor para comer cangrejos, de carreras entre otros juegos de las que fueron el centro de atención.
En el terreno político los aspirantes luchan cuerpo a cuerpo con un séquito de aduladores tratando de llegar al Palacio Nacional, al Congreso de la Unión como Diputados o Senadores, Congresos locales y presidencias municipales y nomás las patadas se oyen; en cambio los asnos a su manera agradecen que una Sociedad Protectora de Animales los haya conducido a «Burrolandia» donde son salvados de abusos, mal trato y enfermedades.
Ahí son felices con pasto abundante, agua, atención veterinaria, asistencia para su reproducción y sin que los monten y azoten como a otros.
También se pelean y tiran coces de repente pero o por juego o por disputarse a las burritas de mejor ancada.
Usted quien cree que sean más felices, los que viven obsesionados por el poder político, o los que son dueños de su libertad, es decir, los borricos.