«Entre el espectáculo político y la verdad ciudadana”

Profr. Marcelino H. Martínez

Diciembre 19, 2025

En los tiempos actuales, la política parece haberse transformado en un mercado donde el poder se oferta como producto y la ciudadanía es tratada como clientela.

Más que proyectos de fondo, se venden imágenes; más que soluciones reales, se ofrecen gestos calculados.

No se gobierna desde la convicción, sino desde la ambición.

Hoy vemos cómo algunos actores políticos cambian de discurso con la misma facilidad con la que cambian de vestuario.

Se presentan como cercanos, como sensibles, como diferentes, y recurren al espectáculo para captar atención, sonrisas permanentes, frases emotivas y una presencia constante en redes sociales que pretende sustituir el trabajo serio y responsable.

La política, así entendida, deja de ser un ejercicio de servicio para convertirse en una estrategia de mercadotecnia.

El problema no es la comunicación ni la modernidad; el problema es la simulación. Se promete ayudar al pueblo mientras se construye un proyecto personal de poder.

Se habla de justicia, pero se actúa con conveniencia.

Se levantan banderas sociales que, una vez alcanzado el objetivo electoral, se guardan en el cajón del olvido.

Quienes juegan a ser héroes montan escenarios cuidadosamente diseñados para emocionar, no para transformar. Y mientras el discurso crece, la realidad de muchas comunidades sigue estancada.

El progreso se vuelve una palabra recurrente, pero pocas veces una política pública efectiva.

Al final, el ciudadano recibe lo mínimo, mientras el sistema sigue beneficiando a los mismos.

Esta práctica ha desgastado la confianza pública. No por desinterés ciudadano, sino por decepción acumulada.

Una y otra vez se ha pedido paciencia, se ha solicitado fe, se ha exigido comprensión. Pero la paciencia también tiene límites cuando no se traduce en resultados.

Hoy, más que nunca, es necesario ejercer una ciudadanía crítica.

No dejarse seducir por el ruido ni por la puesta en escena. Exigir claridad, coherencia y compromisos verificables. Porque el poder no debe ser un trofeo ni una plataforma personal, sino una herramienta para servir.

Decir “ya basta” no es confrontar, es despertar. Despertar a una nueva realidad donde el voto sea conciencia y no costumbre. Donde México, sus estados y sus municipios avancen hacia un futuro con justicia, desarrollo y dignidad, no desde el discurso, sino desde los hechos.

Y para terminar cuantos eslogan han hecho de un nuevo país, estado o municipio…???