Toño Martínez
Junio 06, 2024
Vieron crecer el monstruo electorero por parte de la 4T, de qué se alimentaba, cómo se volvía obeso y crecía día a día pero los de enfrente no hicieron absolutamente nada concreto para detenerlo y ahora, parafraseando a la Sultana Aixa cuando su hijo Muhammad XIII tuvo que salir de Granada y entregar las llaves de La Alhambra a los reyes Católicos tras 4 siglos de dominio árabe, «lloran como mujer lo que no pudieron defender como hombres.»
De qué se quejan los opositores a MORENA y sus satélites Verde Ecologistas y el PT si el fraude electoral descomunal que les pegaron comenzó desde julio del 2022 cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador «destapó» en una «mañanera» a sus «corcholatas” para la sucesión presidencial de las cuales Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard eran los punteros.
López Obrador estaba metiendo abiertamente las manos desde los prolegómenos de las escaramuzas electorales rumbo al 2024 y ni siquiera los grupos de poder económico, empresarios, clase media, organizaciones sociales y productivas agredidas y golpeadas por el régimen de la 4T con su negro legado de violencia e inseguridad supieron reaccionar contra el cocimiento de una segunda etapa de dominio político ideológico que se venía encima por parte de la 4T, y no pasaron de gritos y sombrerazos con su cauda de críticas ácidas en redes en lugar de organizar con inteligencia su defensa.
Los partidos supusieron -bueno los líderes del PRI, PAN y PRD- que uniendo sus fuerzas y golpeando a los cuatro teístas les minarían fuerza; qué equivocados porque AMLO usaba las armas perfectas de control en un país con mentalidades políticas subdesarrolladas en un gran porcentaje para cimentar su poder: reparto de dinero a través de pensiones, subsidios y paquetes alimenticios muy cuestionables por cierto.
Escalaba y subía la ruta de una victoria inminente de su plan de prolongar la hegemonía política, a través de Sheinbaum. Y los de enfrente desahogándose en internet pero sin un plan de operación de resistencia.
A eso hubo que sumar la pedantería de los dirigentes del PRI Alejandro Moreno, Marko Cortés del PAN y Jesús Zambrano del PRD que menospreciaron las jugadas de la 4T suponiendo que no prosperaría ese proyecto político por el magníficado descontento popular que desde su visión personal existía.
Decía el General Sun Tzu en el libro El Arte de la Guerra: «Si te conoces a ti mismo pero no al enemigo, por cada victoria que ganes también sufrirás una derrota» .
En ese ambiente opositor deshilachado llega Xóchitl Gálvez Ruiz como un faro de salvación, una mujer valiosa por si misma, con ideas y conectividad pero rodeada de gente estigmatizada que le jalaban los pies en lugar de pavimentarle caminos.
Es evidente que las elecciones estuvieron salpicadas de marrullerias, compra de conciencias, violaciones a la ley empezando por el propio Andrés Manuel López Obrador que con todo cinismo actuó como promotor de campaña de Claudia Sheinbaum, y un gasto jamás antes visto en un proceso electoral pero ganaron con 30 puntos de diferencia contra Xóchitl Gálvez.
Para rematar, la propia Xóchitl Gálvez cayó en un juego extraño y desconcertante actitud cuando previo a las elecciones pide a su gente no dormirse, cuidar la votación, contra trinquetes pero apenas el PREP arrojó los primeros resultados reconoció que los números no le favorecieron, le llamó a Claudia para felicitarla pero al día siguiente impugna.
Que alguien me explique por favor de que me perdí porque el asunto es un nudo gordiano.
Una cosa es cierta, por más que algunos resultados se modifiquen en cualquier distrito del país tras el recuento de paquetes electorales no se ve forma de que el proceso se caiga.
El fraude estuvo hecho desde el principio pero Xóchitl que lo sabía y denunció varias veces reconoció que triunfó Claudia y para rematar, algo que no se veía: el ex presidente Enrique Peña Nieto salta la regla de silencio que caracteriza a los ex mandatarios y también felicita a la heredera de López Obrador. En condiciones de un proceso limpio y libre tales posturas serían de gran estatura política, ¿pero ahora?.
¿Habrá que pedir al Chapulín Colorado que nos ayude a entender?