Ángel Castillo Torres
Agosto 31, 2021
No nos gusta pensar en la muerte pero su presencia se ha convertido en una amenaza que nos acecha cotidianamente. En estos tiempos apocalípticos la muerte anda desatada. No hay quien la pare. Es despiadada y su letalidad no hace distingos.
Suele atemorizarnos porque olvidamos que muerte y vida son dos realidades inseparables de la existencia misma.
La muerte siempre se traduce en ruptura, quiebre, caída al vacío. Así que es importante no olvidarnos que la muerte es lo único seguro que nos espera y que ella tiene una infinita paciencia porque sabe que tarde o temprano nos alcanzará y por eso nos da toda una vida de ventaja.
Una de las evidencias más palpables de su letal presencia es que al 28 de agosto de este año han muerto en México por Covid 258 mil personas. Pero más aterrador es enterarnos que a nivel global la cifra de muertes causadas por esta peste superó ayer los 4.5 millones de personas (Según reporta la Universidad Johns Hopkins). Y en San Luis Potosí la luctuosa estadística nos arroja el dato de 6 mil decesos. Por diversas causas están muriendo muchos potosinos. Entre enero de 2020 y marzo de 2021 se registraron 32 mil 680 defunciones, 10 mil 571 más de los esperadas para este periodo conforme a las tendencias históricas de los últimos tres años.
Acerca de la muerte.
La muerte es un fenómeno enigmático que tiene múltiples interpretaciones.
Para un católico la muerte es un paso a la vida eterna. “Cuando los cristianos dicen que creen en la resurrección de los muertos y en la vida eterna, quieren afirmar que: Creemos con fe que nosotros, los seres humanos, la Tierra y todo lo que en ella crece tiene un futuro mejor. Creemos con fe que ese futuro será bueno. Mejor de lo que nosotros nos imaginamos y soñamos, puesto que Dios nos lo concederá graciosamente”.
Para la ciencia la muerte es el término y límite de la vida. Cuando el organismo es incapaz de sostener su homeostasis sobreviene un daño definitivo y el cese de todas las funciones vitales (García-Rillo, García-Pérez y Duarte, 2012).
Ahora bien, “La muerte en México es representada como un renacimiento y reencuentro con esos seres queridos que ya no están. Así, los rituales fúnebres tradicionales han fungido como una ayuda para ir aceptando la muerte de un ser querido. ¿Cómo? Principalmente recordando las experiencias positivas o agradables que se tuvieron con el difunto en cuestión. (Maestra María Eugenia Patlán López, psicoterapeuta).
Un fenómeno emergente y masivo que llama la atención es que en el México marginal cada día se amplía y fortalece más el culto a la Santa Muerte. A la también conocida “Niña Blanca” se le atribuyen grandes poderes curativos, ella trae prosperidad y es una aliada en las venganzas. «Ella es la balanza de la vida, la que pone a cada uno en su sitio, la que está siempre dispuesta a echarte una mano y a sacarte de los muchos problemas cotidianos».
El significado de la muerte también se expresa en los refranes.
“Los refranes, dichos y pregones son juegos de palabras que buscan comunicar información relevante de algún tema cotidiano, o transmitir una enseñanza mediante recursos formales del idioma; como rimas, comparaciones, elementos humorísticos, entre otros”.
A través del tiempo los mexicanos hemos confeccionado dichos para referirnos a la muerte. Van a continuación algunos de ellos para finalizar esta reflexión.
Nadie sale vivo de esta vida.
Buen amor y buena muerte, no hay mejor suerte.
No andaba muerto, andaba de parranda.
El muerto al pozo y el vivo al gozo.
Al vivo todo le falta y al muerto todo le sobra.
Todo hombre muere pero no todo hombre vive.
Para morir nacemos.
¡Ya chupo faros!
Antes muerta que sencilla.
En este mundo matraca, de morir nadie se escapa.
La muerte no llega con la vejez, llega con el olvido.