Dr. Jaime Chalita Zarur
Octubre 12, 2019
El día 11 de diciembre de 2011, recientemente, en el seno de la Asamblea General de las Naciones Unidas, se designó el día internacional de la niña, para ser conmemorado desde 2012, en el día 11 de octubre como la necesidad de visualizar y reconocer los derechos de ellas.
La mujer, en su lucha, casi interminable por la igualdad, casi siempre mal entendida, le toca enfrentar entornos hostiles en muchos de los campos en que se desarrolla, como consecuencia de la falta de una verdadera educación desde los hogares en la valoración de ellas.
El comportamiento del ser humano, ha obligado a la sociedad mundial, a reconocer en un día, lo que deberíamos hacer cada momento de nuestras existencias. Así, existen conmemoración de los niños, niñas, ancianos, etc. cuando la calidad humana debería estar a prueba en todo momento pero, parece increíble, es la humanidad en muchos de sus miembros, quienes infligen sufrimiento a los más débiles.
El crecimiento de las niñas, aún en nuestro País, es muy desigual, dando lugares secundarios a ellas, solo por el hecho de ser mujeres. La educación así y, la aceptación de ellos y ellas, en estereotipos que se enseñan desde la familia, aunado al maltrato, va haciendo una sociedad adversa y sin valores en el respeto al ser humano.
Los diferentes roles de vida, con entornos adversos para las niñas, ha hecho que las desventajas sean enormes. Aún encontramos hogares donde el padre y, en ocasiones, con complicidad el de la madre, cuestionan a las niñas por qué o, para qué, preparase en los diferentes sectores de la vida productiva. El deseo de someterlas a un estatus de ignorancia y en muchos casos de esclavitud, causa dolor para muchas niñas, soportado en silencio.
La falta de respeto y el continuo asecho por descalificar a quienes en su niñez por ser mujeres, va dejando hondas heridas en el pensamiento que, luego se entienden naturales a tan temprana edad, asumiendo lo impuesto como un deber.
El no reconocer la plena libertad y derecho de las niñas, nos ha hecho una sociedad adversa a ellas, igualmente insensible, de tal manera que las brutalidades que sufren, para muchas sería lo que corresponde a su medio de vida.
Los entornos adversos, asumidos como lo que corresponde y naturalmente, para muchas niñas, produce una cultura que, al crecer se genera, no sólo la aceptación, en muchos casos la sumisión.
Las niñas, tendrían que crecer en un entorno de libertad, si de reconocimiento en su derechos, igualmente el de las obligaciones y, por ello deberíamos de entender como obligación para ellas y ellos, el crecimiento en toda sus capacidades en una sociedad que ha maltratado infamemente a muchas niñas.
La educación, el martirio, las mutilaciones, la prostitución, la exclusión económica, la trata y esclavitud, son sufrimientos que aún en este siglo, las niñas han sufrido y, lo siguen haciendo.
México tiene que cambiar impulsando el respeto por las niñas, pero igualmente, impulsando su desarrollo y potencial. Como observa ONU Mujeres, alrededor de mil cien millones de niñas forman parte de una generación mundial, para asumir responsabilidades de alto contenido.
Educarnos en el respeto a ellas, evitaría dolor en las familias que se sufre por no saber a tiempo cambiar, buscando entornos de igualdad y respeto.