Dr. Jaime Chalita Zarur
Noviembre 12, 2022
¿Es la provocación, la esperada respuesta, para una forma de justificar la pérdida las libertades? ¿Quizás la represión?
Cuando los argumentos razonables se agotan, y la desesperación nos esclaviza, se inicia la descalificación y los insultos, la sin razón, aparece con todas las consecuencias que se tienen, cuando se sustenta el poder. Hipócritas, rateros, clasistas, corruptos, cretinos, discriminadores y muchas palabras que, de entrada, desde la tribuna más alta de la Nación, tratándose del Ejecutivo, maltrata a los ciudadanos que él mismo representa pero que, se ha decidido, sólo representar a quienes votaron por El.
Las desigualdades, afectan a toda la sociedad y, las formas de conducir un país cualquiera, tendrían que ser tendientes a la inclusión y participación de donde podríamos tener progreso los habitantes de la Tierra. Lo que se vive en nuestro país, es ya una franca provocación para el enfrentamiento social, ocasionado innecesariamente.
Los enfrentamientos sociales provocados por quienes pueden hacerlo y que, los ciudadanos caigamos en la trampa, sirven para que, los interesados puedan perpetuarse en los poderes de las naciones, lo que daña fundamentalmente a la democracia. Una democracia que ha costado en nuestro país, muchos años construirla.
¿En cuántas marchas estuvieron quienes han apoyado a nuestro Presidente? En muchas y, como si fuera un logro tomar las calles y obstaculizar la vida cotidiana de quienes trabajan, pero que, se ejerce, ahora, descalificación, pero igualmente, se profiere un reto a la hazaña de llegar al Zócalo de la CDMX.
¿En dónde están las carpetas de investigación cuando la refieren a los robos del erario público y, se manifiestan con tanta seguridad? Vamos, toda acusación tendría que estar respaldada de una acción legal, para tener la seguridad de que la impunidad se combate. No existen.
Estas desigualdades que menciono, sin que exista una acción legal, conduce al odio entre quienes viven en una sociedad de por sí dividida, aumentando los peligros sociales, con desigualdades que aún con todo lo que se presume, no han reducido, por el contrario han aumentado y, ello, ante estas desigualdades y con una gran impunidad, se presta para cometer delitos y, dañar la integridad física y patrimonial de los demás, pues la impunidad nos sigue flagelando.
Apelar a la reconciliación nacional, no tiene desperdicio alguno y, si es posible que los mexicanos pudiésemos reconciliarnos, ¿Será del interés de muchos que figuran en la política de México? Es muy dudable. La esperanza es que se termine con tantos descalificativos innecesarios, para mejores oportunidades de quienes las necesitan y, ellos son los más desprotegidos por los sistemas políticos que han tenido el poder de la nación pero, igualmente aclarar que la exigencia de la pobreza, es solo responsabilidad de quienes han tenido el poder para no terminar con las desigualdades o, cuando menos, disminuirlas.