¿Jóvenes construyendo el futuro?

Daniel Adame Osorio

Noviembre 22, 2025

La pretensión era eliminar el incentivo para que los jóvenes no se involucren con la delincuencia organizada y al paso de los años, no formar parte de la gobernanza criminal que de facto existe en el globo y, en nuestro país.

De acuerdo con la Red para los Derechos de la Infancia, cada año se suman entre 30 y 50 mil infantes a esa gobernanza criminal que, desde el principio les genera dividendos concretos:

a) Es barato contratar a niños para labores de vigilancia (pequeños halcones) que, obtienen entre 5 a 15 mil pesos por su observación y vigilancia.

b) Es una escuela que los forma para convertirse al paso de los meses y años en funcionales sicarios de las organizaciones criminales.

c) El último peldaño que logran es la jefatura de plaza por la que obtienen ascenso y poder en la estructura delincuencial.

Si en la niñez, esos pequeños halcones son detenidos, el marco jurídico actual tiende a liberarlos y, en la hipótesis que hayan logrado un lugar notable como sicarios, se convierten en materia desechable para las organizaciones de la delincuencia organizada.

Es verdad que durante su sexenio, AMLO fue hábil con su retórica para hincarse donde se hinca el pueblo, para lanzar proclamas y fortalecer su estrategia basada en una política de NO hacer en materia de seguridad (abrazos, no balazos).

Con el objetivo de no alterar su retórica, el Estado bajo la conducción de lo que llamaron la 4T, no parece dispuesto a ejercer sus facultades esenciales, como el uso legítimo de la fuerza y sus diversos instrumentos, lo que ha generado una evolución terrible en el comportamiento de esa niñez que, los ha convertido en individuos como el Ponchis, por ejemplo, y su trayectoria criminal sobre decapitaciones. Y socialmente, para la niñez queda la zozobra de su estancamiento sin oportunidades para formarse en la sociedad mexicana.

Del Tintero.

Esa estrategia de construir el futuro no ha funcionado para los jóvenes, dado que esos instrumentos (salario mínimo, IMSS, entre otros) por desgracia no los aleja de su condición de huérfanos de la violencia y, al quedar en desamparo, se convierten al entorno criminal o como miembros de las policías comunitarias para la defensa de la población.