Toño Martínez
Noviembre 13, 2020
¿A quién entusiasma la decisión de Juan Ramiro Robledo Ruiz de renunciar al Tribunal de Justicia Administrativa para buscar -por tercera ocasión- la candidatura a gobernador del Estado por el Partido Regeneración Nacional (MORENA)?
La respuesta se dió este mismo jueves, minutos después que el propio Ramiro Robledo anunciará vía Twitter la separación del cargo, aunque ya era rumor e incluso aparecía en diversas encuestas entre los morenistas aunque no en primeros lugares, provenientes de personas entre 50, 60, 70 años y más por pertenecer a la generación donde el aspirante tuvo su mayor presencia política.
Los emocionó porque lo conocieron, pero no conmovió en la misma proporción a los votantes millenials porque no lo conocen, o han escuchado alguna vez su nombre.
Ramiro Robledo es un hombre competente y experimentado en política, con un caudal de conocimientos sobre el servicio público y teorías de gobernabilidad. Es confiable y capaz aunque tal vez impregnado de aquel esquema pasado de moda que causó entre otras cosas la caída estrepitosa de los partidos políticos de siempre por rezagarse de la apertura a las nuevas ideas expresiones y accionar de la sociedad.
Claro, en política hay principios que no cambian, que no son ideas temporales, el mayor de los cuales es no olvidar que el centro de toda ideología derechista, izquierdista, de centro o las híbridas, es procurar el bienestar de la gente, pueblo o sociedad, y eso sí lo sabe porque lo ha practicado.
Todo ello aunado al fuerte acervo en materia de justicia que acumula y la experiencia de haber estado en distintas actividades públicas, le dan buen perfil, más no las fichas de popularidad suficientes para encontrar un camino llano en la competencia que va a enfrentar primero por obtener la candidatura y después en la batalla electoral constitucional.
Enfrente tiene figuras frescas, insertadas en el mosaico de la nueva realidad política, con arrastre popular entre millenials y aceptación entre los de antes.
Juan Ramiro Robledo no obstante, a sus 71 años tampoco.es un político desahuciado, ¡qué va!, podría asumir el efecto camaleón e insertarse en las nuevas formas y lenguaje de la política.
Debe o deberán quienes lo impulsen rodearlo de un buen equipo de expertos en ingeniería de imagen, diseñarle una estrategia inteligente de promoción recurriendo tanto a las nuevas tecnologías de información como son las redes cibernéticas, como medios de comunicación tradicionales y desde luego no dejar el placeo conservando las medidas preventivas para no exponer su salud.
Cambiar el lenguaje técnico que acostumbra por otro digerible para cualquier persona es imprescindible, como tambien compactar sus mensajes, acortarlos para no aburrir.
Eso debió haberlo aprendido de sus experiencias en contactos con la gente cuando fue Diputado y Senador y las dos veces que intento buscar la gubernatura primero en 2003 compitiendo en el proceso interno del Partido Revolucionario Institucional donde militaba, pero que manipularon para dársela al ahora fallecido Luis García Julián, y después como abanderado oficial del Partido de la Revolución Democrática en alianza con los partidos del Trabajo, Convergencia y Conciencia Popular en 2009.
La competencia repito no será nada fácil, sobre todo frente a aspirantes populistas como Ricardo Gallardo Cardona, un Xavier Nava, Octavio Pedroza, Sara Rocha y Juan Ramiro debe enfocar las baterías a ser buen candidato y después mejor Gobernador suponiendo que la tercera fuera la vencida.