La flor que pone a López Obrador en el paroxismo de sus rabietas.

Toño Martínez

Quien iba a decir que al final de su estrambótico gobierno y del narcisismo enfermizo que padece, cuando suponía en su nebuloso pensamiento que no había nadie en este mundo capaz de agujerar su omnipotencia y  proyecto de eternizarse en la silla presidencial a través de alguna corcholata,  el presidente Andrés Manuel López Obrador se iba a intoxicar con una flor que lo ha puesto en el paroxismo de sus rabietas.

De repente su sonrisa burlona y provocativa comienza a convertirse en mueca de rabieta porque de allá de la sierra hidalguense, del vergel de los campos Otomíes se le atraviesa una flor neurotóxica para sus ínfulas, que resulta peor que un balde de agua fría para un enfermo de neumonía.

Esa flor o Xóchitl como se le llama en  lengua indígena, se apellida Gálvez Ruiz, y como una bola de nieve está recogiendo simpatías populares a raudales y comienza a eclipsar el escándalo que traen Claudia Sheimbaun , Marcelo Ebrard, Adán Augusto López, Ricardo Monreal y Gerardo Fernández Noroña más agregados desatados en una campaña electoral mal disfrazada y sin respeto alguno a la ley por imitación y mal ejemplo de su patrón.

Xóchitl Gálvez, la mujer del lenguaje florido y desparpajado, de pueblo, la del vestuario de colores y grecas que simbolizan la  cosmografía indígena conectada al respeto a la tierra, naturaleza, valores morales, familiares  orgullosa de su linaje, la que ha sido un ejemplo de superación como mujer y persona, educativa y política venciendo mil y un obstáculos a base de actitud inquebrantable le  puso el cascabel al gato y bien ruidosos  como los que portan en  los tobillos Los Voladores de Papantla.

Xóchitl conecta en los hechos con los menos favorecidos por el sistema neoliberal, o sea los pobres, con los empoderados, con el empresario y el trabajador, con mujeres y hombres, con las aspiraciones democráticas de un pueblo luchista y amante de la libertad.

Su paso por las distintas esferas del poder y el servicio público le dan los cimientos para no doblarse ante los desafíos globales y nacionales de toda índole que enfrentamos.

Tiene empatía natural no artificial con la gente de arriba, de en medio y de abajo.

Es más y para ser claro, Xóchitl Gálvez oxigena al desvencijado Frente Amplio por México que forman  PRI, PAN y PRD que no ha dado una y no a la inversa.

No en balde López Obrador aprovecha cualquier momento y oportunidad para agredirla, inventarle toda clase de calumnias, «descubrirle» padrinos ricos y ponerla como lazo de cochino ante sus seguidores.

No olvidemos que el tamaño de una guerra sucia es el tamaño del miedo que se le tiene al adversario.

Xóchitl le provocó el mismo efecto de una flor que altera neuronas y ego, lo trae enyerbado pues y eso es bueno para México.