Dra. Rocío Crystabel López González
Es común entender la frase de “la fruta prohibida” como ejemplo de algo que no debemos comer o hacer, y esto es gracias a la biblia, en la cual nos explican que Adán y Eva perdieron el paraíso debido a que comieron un fruto que justamente se les indicó que no debían. Pero, bueno, centrándonos en la actualidad, sabemos que, en realidad, sí existen frutos prohibidos para su consumo y no sólo frutos, sino también vegetales, panes, mermeladas y un sinfín de alimentos, ya que las consecuencias sobre nuestra salud podrían ser graves.
Los alimentos que consumimos no sólo son atractivos y deliciosos para nosotros, sino, también para otro tipo de organismos como son los hongos.
Los hongos, son microorganismos, los cuales podemos identificar rápidamente en un alimento porque crecen de forma algodonosa y con colores como verde, gris, blanco, café y demás.
Los hongos pueden crecer en casi todos los alimentos, debido a que tienen un metabolismo muy diverso, y es por eso que los podemos encontrar creciendo sobre frutas, verduras (si inclusive aquellas verduras que ni tú te quieres comer y le das muy despistadamente al perro bajo la mesa), panes, quesos, leche, comida preparada como arroz, pastas y muchos más.
Cuando observamos que algunos de estos alimentos se han contaminado con un hongo y ponemos mucha atención, podemos notar que el hongo solo está creciendo en una parte delimitada del alimento, sin embargo, debido a la forma de su crecimiento, la parte que notamos creciendo sobre en el fruto, la mermelada o arroz es sólo una parte de él, la otra está en el interior del alimento. Esto es parecido a cuando vamos por la calle y vemos un árbol, sólo notamos la parte que está sobre el suelo, como son el tallo, las ramas, las hojas, pero abajo del suelo y que nosotros no podemos ver, se encuentran las raíces y muchas veces es una extensión más grande de la que vemos sobre el la parte exterior.
Algo así pasa con los hongos, cuando vemos un hongo creciendo sobre una fresa, solo vemos la parte externa del hongo, pero por adentro está creciendo de igual forma, incluso este crecimiento interno es diferente al exterior, tanto que a veces no podemos notarlo a simple vista.
Debido a que no podemos ver lo que crece hacia dentro del alimento, no podemos saber qué tanto se ha contaminado y muchas veces se toma la decisión de solo quitar del alimento esa parte que vemos con el hongo creciendo en el exterior, pero al final, estamos poniendo en riesgo nuestra salud al consumir este tipo de alimento y esto sí que podría ser una fruta prohibida.
Pero, se estarán preguntando ¿por qué no me puedo comer un alimento que tiene creciendo un hongo?, la respuesta son las micotoxinas, éstas son compuestos producidos por el hongo durante su crecimiento en el alimento y las cuales, generan una respuesta tóxica cuando son consumidas por animales y humanos. Cada hongo genera diferentes tipos de micotoxinas, por ejemplo, los hongos del género Aspergillus, los cuales podemos encontrar creciendo sobre la naranja, limón, mandarina, maíz y algunos frutos secos, producen aflatoxinas, las cuales se ha visto que al consumirlas producen vómito, dolor abdominal, edema pulmonar y su consumo se ha relacionado también con él con el cáncer de hígado.
Y ahora se preguntarán… entonces ¿cómo puedo evitar que mi comida se contamine por hongos? El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, (USDA por sus siglas en inglés) menciona en su página oficial algunas medidas que debemos tomar en cuenta para evitar este tipo de contaminaciones en los alimentos. Lo primero es que, al comprar los alimentos, revisemos bien que no se observe algún tipo de crecimiento de hongos, en las frutas y verduras hay que revisar principalmente los tallos y que no muestren heridas o partes blandas.
En los alimentos empaquetados, revisar que el producto esté bien cerrado y observar en las partes visibles del alimento que no haya algún tipo de contaminación por hongo y en caso de notar alguna contaminación, avisar a las personas indicadas para evitar la compra de ese producto.
Ya en casa, es recomendable hacer limpieza del refrigerador (que es donde la mayoría almacenamos los alimentos) mínimo una vez al mes, esta limpieza se puede hacerse con una cucharadita de bicarbonato disuelta en un cuarto de agua y si notamos la presencia de hongos podemos limpiar con tres cucharadas de blanqueador disueltas en un cuarto de agua.
Finalmente, si a pesar de todo esto encontramos un alimento contaminado, se recomienda no oler el alimento, desechar en una bolsa bien sellada, depositar en un bote de basura alejado de niños y animales y limpiar el área donde estaba el alimento ya sea refrigerador, mesa o alacena.
Datos personales:
Rocío Crystabel López González
Doctora en Ciencia de los Alimentos
Comunicadora Científica
Dudas o comentarios: divulgacionrclg@gmail.com