La guerra que nunca se fue

Daniel Adame Osorio

Noviembre 06, 2025

Por lo menos desde la perspectiva regional, la inseguridad se fortaleció en la frontera chica de Tamaulipas y la tierra caliente de Michoacán. La segunda entidad, ha sido golpeada por la delincuencia organizada desde por lo menos noviembre de 2006, cuando recordamos, rodaron cinco cabezas afuera de un antro en Uruapan. Por entonces, la administración de Lázaro Cárdenas Batel pidió el auxilio de la federación y la gestión del presidente, Calderón inició una operación militar en la entidad con perspectiva regional.

Sus críticos han dicho que pateó el avispero, quizás esperando que no prestara atención al gobernador michoacano (hoy jefe de la Oficina de la Presidencia de la República) y mirar hacia otro lado. También, desde tierra caliente, recordamos la denuncia de José Manuel Míreles y las autodefensas por él dirigidas acusando que células criminales violaban a sus mujeres e hijas.

O hace escasos dos años, con la ejecución de otro dirigente de las autodefensas (Hipólito Mora) y hasta hoy, las consecuencias han sido únicamente, y por desgracia, la impunidad para esas células criminales. Por igual, en diciembre de 2003, destaca el enfrentamiento de pobladores y criminales que habían citado a sus víctimas de extorsión a fin de leerles la cartilla, a fin de que pagaran la cuota o perdían la vida. El resultado fue enfrentarse con los criminales, hartos del estado de cosas y la impunidad.

Esa ha sido la evolución más reciente de la mancha criminal regional y que ha estado dirigida lo mismo contra productores de aguacate, naranja, limón de diversas entidades del país. La interrogante es la misma: ¿Hasta cuándo? Ahora se trata del asesinato del alcalde de Uruapan que, si recibió la atención y resguardo de las autoridades, ha dicho el secretario de Seguridad Federal y, sin embargo, eso no impidió su ejecución.

La razón fundamental del Estado es proteger la vida y propiedad de sus habitantes. La gran furia y lamento por la inseguridad tienen como antecedente por lo menos el final de la administración del presidente, Fox, hasta AMLO con su política de abrazos y no balazos que, significó una forma de huelga, de brazos caídos de la autoridad para responder.

Del Tintero.

Hoy el enfoque ha cambiado con mayor inteligencia y resultados y, sin embargo, el estado de necesidad en que se encuentra el Estado, se puede llamar fallido o fallando.