La pobreza energética en la población indígena: Un desafío urgente para las políticas públicas

Dra. Susana Carolina Guzmán Rosas*

Agosto 15, 2023

La pobreza energética implica: 1) la falta de acceso o la precariedad en los servicios de energía eléctrica, 2) las dificultades para poder pagar el consumo de la energía, tanto del recibo de la electricidad como de los combustibles, 3) la falta de acceso o la precariedad en los bienes y servicios de consumo energético que se requieren para satisfacer las necesidades humanas fundamentales, como la alimentación, el confort térmico, la iluminación, la limpieza y la vestimenta, el acceso a la información, la comunicación y la recreación (Guzmán-Rosas, 2021; 2022).

Se trata de una problemática social que afecta de manera diferenciada a las poblaciones. En México, por ejemplo, la etnicidad constituye una determinante social de la pobreza energética, lo cual significa que las poblaciones indígenas presentan mayores tasas de pobreza energética -en comparación con las poblaciones no indígenas-, así como una mayor vulnerabilidad a sus impactos, esto debido a las desigualdades sociales históricas que han vivido (Guzmán-Rosas, 2022).

Diversos estudios realizados alrededor del mundo (citados en Guzmán-Rosas, 2023) han mostrado que la pobreza energética genera importantes y severas afectaciones en:

  1. La salud global, como dolor de cabeza, migraña, dolor muscular, dolor de cuello o dolor de espalda, fatiga o cansancio, diarrea, eczema o dermatitis atópica (enrojecimiento de la piel y picazón) y alergias en la piel.
  2. La salud ocular, como ojos irritados, enrojecidos o con picor, ojos llorosos y cataratas.
  3. La salud respiratoria, como escurrimiento nasal, resfriados, tos, alergias nasales, asma, angina de pecho, dificultad para respirar o silbidos, pulmonía y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (conocida como EPOC).
  4. El bienestar mental, como preocupaciones por la salud física propia o la de la familia y/o preocupaciones por la falta o precariedad de los ingresos económicos del hogar, las cuales se vuelven estresores permanentes que pueden derivar en alteraciones del estado del ánimo, ansiedad, depresión y/o conductas de riesgo.
  5. Impactos indirectos, como quemaduras o accidentes ocasionados por el fuego y/o intoxicaciones.

Dada la relevancia de esta problemática, se realizó el proyecto “Indigenous Energy Poverty in non-electrified rural localities: Analyzing its interlinkages in the Educational and Community space (InEPEC)”, que puede traducirse como “Pobreza energética indígena en localidades rurales no electrificadas: Analizando sus interrelaciones en el espacio educativo y comunitario”, diseñado y liderado por la Dra. Susana Carolina Guzmán Rosas (CRETAM, México; Ceped, Francia) y financiado por la Fuel Poverty Research Network -con sede en El Reino Unido- a través de su programa Energy Poverty in Early Career (FPRN-EPEC).

Con la participación y el interés de la población más afectada, así como el respaldo de las autoridades municipales y locales, se realizaron diversos trabajos de campo en el Municipio de Aquismón, San Luis Potosí. Entre estos trabajos, se llevó a cabo un estudio de caso en Octzén, una localidad parcialmente electrificada, ubicada en la cima de una montaña (su nombre en lengua Tének significa precisamente “la cabeza” o “la punta” “del cerro” o “de la sierra”). Según refiere la población, antes de este proyecto, el INEGI no había subido a recolectar datos directos.

Los trabajos realizados han permitido identificar y caracterizar la pobreza energética que vive la población indígena, así como los impactos que les genera, encontrando particularmente que (Guzmán-Rosas, en prensa).

  • Esta localidad fue parcialmente electrificada en 2017, sin embargo, el 29.1% de los hogares no cuenta con una conexión a la red pública eléctrica y de este nuevo universo apenas el 71.4% utiliza un panel solar para generar electricidad.
  • De los hogares que cuentan con conexión a la red pública, una proporción refiere haber batallado para poder pagar el recibo de la electricidad (16.6%), así como haber tenido que solicitar préstamos (20.8%) y/o haber tenido que reducir sus gastos o dejar de comprar otras cosas (20.8%) para poder pagarlo.
  • Existe una significativa falta de acceso en los bienes y servicios de consumo energético para satisfacer las necesidades humanas fundamentales. Así, únicamente el 37.5% de los hogares tiene la posibilidad de utilizar un refrigerador para conservar sus alimentos, sólo el 41.6% tiene la posibilidad de utilizar un ventilador para refrescar su vivienda cuando hace calor, mientras que cuando hace frío el 73.3% utiliza leña para calentar su vivienda (encendiendo el fogón o haciendo una fogata en una cubeta que colocan al centro de la vivienda).

El panorama mostrado y la complejidad que encierra esta problemática demandan, con urgencia, el diseño, la implementación y el seguimiento de políticas públicas sustantivas y transversales para reducir la pobreza energética y sus impactos en la población indígena. Sin estas políticas, la población indígena no podría salir por sí misma de esta problemática (Guzmán-Rosas, 2023).

*Datos de Contacto:

Dra. Susana Carolina Guzmán Rosas

Docente Investigadora, CRETAM, México. Investigadora Asociada, Ceped, Paris, Francia.

Experta en pobreza energética y desigualdades sociales.

Correo electrónico: sguzmanr@cinvestav.mx