Toño Martínez
Octubre 07, 2023
Con apenas 2 años en el poder, el gobernador de San Luis Potosí Ricardo Gallardo Cardona empieza a mandar malas señales de intolerancia, autoritarismo y desdén por el respeto y armonía con los diversos sectores que sostienen el desarrollo, la estabilidad social y respeto fundamentales para un avance ordenado.
Junto a ello, Gallardo Cardona desarrolla rápidamente síntomas de un egocentrismo que lo aleja de quienes legitimaron su ascenso a la gubernatura al darle su voto porque lo creyeron un político de la gente.
Hace como que escucha en encuentros de trabajo con sectores pero al final toma las decisiones que le pega la gana o a sus intereses conviene.
Es una grave equivocación suponer que llevar a cabo obras materiales o sociales, entregar despensas, subsidios, becas, traer inversiones basta para un buen ejercicio de gobierno; es apenas la mitad frente a la omnipotencia que demuestra al enfrentarse con quienes piensen diferente o le hagan ver sus errores, como ocurre con organizaciones civiles, periodistas críticos, y ciudadanos que exigen por ejemplo transparencia e información sobre las acciones y gastos del gobierno.
Recurrir al insulto, las imprecaciones y actitud de buscabullas como está haciendo contra quién llega a pedirle alguna aclaración o reclamo no hace más que sembrar discordias y rispidez, mal humor.
No escucha por ejemplo a los productores del campo que demandan programas integrales contra la sequía, a quienes en el día a día no tienen acceso a servicios de salud eficientes, a la instalación de fierros en obras viales, puentes, parques .
Le quedan cuatro años a Ricardo Gallardo. para enmendar rumbos pues el narcisismo no es buen consejero.