Ángel Castillo Torres.
Agosto 22, 2023
Una vez más Leonel Serrato se coloca en el centro de la discusión pública por sus declaraciones incendiarias. De nueva cuenta y de forma insolente insiste en buscar pleito con el gobernador Ricardo Gallardo Cardona.
En Ébano, el pasado domingo, descalificó con rabia y sin piedad la estrategia de reclutamiento político que está utilizando el primer mandatario para fortalecer a su partido, el Verde Ecologista. Furioso, Leonel denunció en aquel municipio huasteco el Pollo: «Gallardo ha ido recopilando mugrero, facinerosos, corruptos relacionados con los mañosos».
Temeraria e irresponsable afirmación que nos hace recordar cuando en otros tiempos, en aquel diciembre de 2019 siendo candidato a la presidencia municipal por la capital del estado, Serrato se atrevió a declarar que el actual gobernador era un mafioso: “Los Gallardo matan, extorsionan, levantan, atosigan y cercan libertades”. En aquel año Leonel aborrecía a los Gallardo y no frenaba su lengua para calumniar a quienes consideraba la encarnación del mal. Pero como es de sabios cambiar de opinión, sobre todo cuando hay un cálculo convenenciero, Leonel Serrato decidió adoptar otro credo y en un desvergonzado acto de incongruencia se alió con el clan de los gallardo en su lucha para ganar la gubernatura en 2021.
El notario se convirtió entonces en un Judas al traicionar a la candidata de Morena a la gubernatura, la cleptócrata Mónica Rangel (La doctora Muerte). Pero ¡oh milagro!, en 2021 repentinamente y luego de una revelación divina, casi una especie de epifanía, Leonel se convirtió al gallardismo. El notario entendió la consigna priista de que “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”.
Fue así como con pancarta en mano el orador incendiario del movimiento navista se presentó con sumisión ante los Gallardo y mostrando un claro arrepentimiento utilizó la frase que el gran Groucho Marx dejó para la posteridad a los cínicos de toda índole: “estos son mis principios, pero si no les gustan tengo otros”. Acto seguido y creyendo que de verdad había un sincero arrepentimiento de parte de Leonel, los Gallardo como el cordero de Dios, lo limpiaron de sus pecados preliminares otorgándole el perdón.
Ya ganada la gubernatura Ricardo Gallardo nombró a Leonel Serrato, secretario de comunicaciones y transportes del gobierno del estado.
Pero con el paso de los meses a Leonel le volvió a salir su verdadera naturaleza y le ocurrió lo mismo que se relata en la faábula de la rana y el escorpión de Esopo. Este es el cuento: “Un escorpión le pidió a una rana que lo cargara para cruzar el río, la rana le dijo —¿Cómo sé que no me picarás? El escorpión respondió: —porque haría que ambos nos ahogáramos. La rana aceptó; y a la mitad del río el escorpión picó a la rana. Cuando la rana le preguntó ¿por qué?, si los dos vamos a morir; el escorpión respondió: —es mi naturaleza”.
La moraleja de la historia suele ser considerada en general de la manera siguiente: “No trates de engañarte con alguien creyendo que es o puede ser igual que tú; hay personas que sacarán su maldad sin importarles las consecuencias de sus actos, dañándose incluso a sí mismos” (Tomado de Wikipedia, enciclopedia escolar).
Consecuencias políticas de los excesos verbales de Leonel.
La afrenta de Leonel contra el gobernador adelanta de manera extraoficial e inoportuna lo que ya se veía venir: Un choque de trenes entre Morena y el Verde. Los dos partidos, aunque en teoría son aliados leales al presidente López Obrador tienen en sus planes para las elecciones de 2024 dejar en claro quién es el dominante en San Luis Potosí. Por eso desde hoy ya han desenterrado el hacha de guerra. Sin embargo, yo considero poco creíble que desde la cúpula morenista se esté alentando un pleito tan adelantado con el gobernador Ricardo Gallardo y el Partido Verde. López Obrador, las corcholatas y los directivos de Morena saben y tienen evidencia irrefutable del dominio político- electoral del Pollo en todo el estado. Desafiar en este momento al gobernador sería un error estratégico, Morena perdería votos para su candidata o candidato a la presidencia de la república. Así que lo más seguro es que el desliz de Leonel en Ébano parece más bien un acto irreflexivo producto de ese temperamento impetuoso y colérico que como un demonio domina muy seguido el alma del notario. A Leonel no se le da la corrección política. Es irreverente y provocador, como decía mi abuelita, “se le suelta el hocico” muy fácil. Se deleita en la práctica de la esgrima verbal y es implacable con sus adversarios, no se mide, es un Atila en materia de oratoria. Muy lejos esta Leonel de seguir las enseñanzas de uno de los padres de la sociología moderna, Max Weber, cuando recomendaba a los políticos que entendieran que: “la política está hecha con la cabeza, no con otras partes del cuerpo, ni con el alma (ni con el hígado diría yo). El político más efectivo es aquel que puede excitar las emociones de la gente que lo sigue, mientras gobierna estrictamente con una razón dura y fría en la cabeza”.
Bien valdría la pena que algún operador de Mario Delgado, dirigente nacional de Morena, se hiciera presente en San Luis Potosí para que procediera a apagar el incendio que tan inoportunamente ha provocado Leonel. Urge un control de daños para que los agravios inflingidos al gobernador no fracturen la alianza del Verde con Morena. Adicionalmente sería muy sano que los altos directivos del partido oficial metieran en cintura a Gabino Morales que gusta de azuzar la desbordada inquina de Leonel Serrato, quien se estremece hasta el delirio báquico cuando esparce su veneno por doquier. Bien dicen que cuando la perra es brava hasta a los de casa muerde.