Toño Martínez
Aunque no lo crean hubo un México maravilloso, un tiempo del Milagro Mexicano, época de desarrollo, construcción de instituciones, paz, economía estable, orden y respeto; un México que sin ser perfecto se sustentaba en valores y por su territorio se extendían como la sangre vital de las venas obras de infraestructura social, carreteras, puertos, el nacimiento de planteles educativos básicos y superiores como el Instituto Politécnico Nacional, el Instituto Mexicano del Seguro Social y el ISSSTE que fueron copiados por otros países, aeropuertos, ferrocarril, creciente producción del campo y aunque con amplios sectores en pobreza era una condición soportable y la gente vivía alegre y esperanzadora.
De ese México provengo, y lo digo muy ufano, soy de la generación de los Baby Boomers con rasguños a la generación X que como a muchos contemporáneos nos dotó de conceptos muy claros de patria, dignidad, familia y una visión clara de ver y sentir la vida revestido de emociones, sentimientos e identidad cultural.
En ese escenario además también vivimos la extraordinaria experiencia de ser protagonistas de la fusión de dos momentos de transición histórica: el pausado paso entre dos siglos, el XX que sustentó las bases para un México de insospechadas oportunidades y el XXI de los profundos avances de la ciencia y la tecnología.
El milagro mexicano ocurrió entre 1940 y 1970 durante el cual el país fue conducido por presidentes de arraigada responsabilidad social y capacidad de gobernabilidad (menos uno) que buscaban superar barreras de desigualdad e injusticias.
Fue el México que abría paso a la industrialización como factor de economía y empleo.
Ese México fuerte que alcanzó la paridad equilibrada entre el peso y el dólar, que exportaba y tenía una migración muy baja.
El milagro mexicano duroó 0 años y comenzó con el gobierno de Manuel Ávila Camacho (1940/1946) seguido por Miguel Alemán Velazco (1946/1952); Adolfo Ruiz Cortinez (1952/1968); Adolfo López Mateos (1958/1964) y Gustavo Díaz Ordaz (1964/1970) a quien tocó una época muy difícil de convulsión social estudiantil y ordenó la Matanza de Tlatelolco, estudiantes universitarios, previo a los Juegos Olimpicos de 1968.
Por desgracia el gobierno de Díaz Ordaz llevó el endeudamiento externo masivo al país a niveles críticos, el modelo económico estabilizador había caído en un desgaste insostenible, se excedió en el gasto y la inflación se salió de control, los precios se dispararon, aumentó la desigualdad y reventó la era del México Mexicano.
Sin embargo quedaron muchas lecciones del México maravilloso y la mejor de todas es que nuestro país está preparado para dar el salto hacia un destino poderoso sin engaños, sin ideologías tenebrosas ni sometimiento popular.