Ángel Castillo Torres
Febrero 25, 2019
Ricardo Gallardo Cardona, “El Pollo”, sabía desde los primeros días de febrero que los dirigentes nacionales del PRD estaban preparando su expulsión y la de otros ocho diputados federales por sostener acuerdos secretos con los diputados de Morena.
A mediados de enero se hizo evidente que el potosino y ahora ex líder de los diputados del PRD mantenía negociaciones no autorizadas con Mario Delgado, capitán de los legisladores de Morena. Esta infidelidad obligó a los directivos del PRD a tomar cartas en el asunto.
Al principio se hizo un llamado a la disciplina y lealtad con el partido a los sublevados, pero como no entendieron se empezó a preparar su expulsión. El distanciamiento y la confrontación se profundizaron.
La gota que derramó el vaso fue el abierto apoyo que este grupo de legisladores insurrectos otorgaron a la creación de una Guardia Nacional militarizada. Como partido, el PRD se oponía a esta iniciativa del presidente López Obrador. Producto de esta discrepancia se incubó el huevo de la serpiente que acabó por nacer unos días después en forma de ruptura.
Ante la inminencia de la expulsión, “El Pollo” y sus compañeros de aventura se adelantaron a sus verdugos renunciando por voluntad propia, antes de que les cortaran la cabeza y los presentarán ante el tribunal de la opinión pública como desleales.
De manera concreta la renuncia de Gallardo se ha convertido en un golpe demoledor contra el partido en el que militó 17 años y que fue el que le permitió ser alcalde y diputado federal.
La ruptura fue una decisión fría y pragmática. Muy bien pensada. No se vende el alma al diablo gratis. Los nuevos socios de Morena le apuestan a obtener grandes beneficios.
Haciendo suya la enseñanza del darwinismo social que señala: “No sobrevive el más fuerte sino el que mejor se adapta”, Ricardo Gallardo y sus compañeros desertores optaron por la renuncia al observar a un PRD sin futuro, moribundo y en vías de extinción. Por ello su mejor apuesta fue aliarse con Morena y el presidente de la república. Esta decisión sí garantiza un futuro prometedor. Al desertar, Ricardo Gallardo y sus acompañantes anunciaron que formarán un grupo de diputados independientes y que apoyarían los proyectos legislativos del presidente López Obrador.
Resulta obvio que su adscripción al proyecto de la Cuarta Transformación será a precio de oro: esperan obtener privilegios e impunidad.
Sin ningún empacho y creyendo que los ciudadanos somos tontos, estos diputados desertores argumentan tramposamente que decidieron irse del PRD por discrepancias ideológicas, ya que siendo ellos hombres de izquierda se sintieron traicionados por sus dirigentes cuando éstos se entregaron a los brazos de la derecha reaccionaria. Pusieron como ejemplos que la directiva del PRD se alió con Peña Nieto para dar vida al Pacto por México. Arguyeron también que en las elecciones de 2018 el PRD tranzó con el PAN para no postular candidato presidencial y favorecer al conservador Ricardo Anaya.
El rompimiento de Ricardo Gallardo con el PRD es un hecho irreversible. Los daños de esta decisión están causando estragos en el ánimo de la militancia perredista. Particularmente en San Luis Potosí impera la zozobra.
Es cosa sabida que en nuestro estado el PRD es una franquicia que explota el clan de Los Gallardo. No hay un PRD como tal. Lo realmente existente es La Gallardía con un implante político importante en varios municipios del estado, notablemente en la ciudad capital y en Soledad de Graciano Sánchez. Su capital político en votos es robusto y supera significativamente al que poseen los partidos “morralla”. Les alcanza para formar un partido local y luego acordar una alianza útil con Morena pensando en las elecciones de gobernador de 2021.
¿Sobrevivirá en San Luis Potosí el partido del Sol Azteca sin el apoyo político y económico de Los Gallardo?
¿Los duros de Morena y los ciudadanos de buena fe que creen en el proyecto de Andrés Manuel López Obrador aceptarán que Ricardo Gallardo, padre e hijo, empiecen a ganar terreno en las filas del Movimiento de Regeneración Nacional?
Habrá que verlo.
Caras y Caretas.
Diputados independientes actuando como partido bisagra. El caso Gallardo.
Un grupo parlamentario independiente que actúa como bisagra es aquel que no tiene la fuerza suficiente para llegar al gobierno y debe esperar su oportunidad para que los partidos mayoritarios lo llamen a formar coaliciones para sacar adelante proyectos de ley o para formar gobierno a partir de una alianza.