Ángel Castillo Torres.
Septiembre 13, 2023
Claudia Sheinbaum será la candidata de Morena gracias a una maniobra orquestada por el presidente Andrés Manuel López Obrador y Morena. Fue una elección de Estado diseñada para imponerla. El aparato gubernamental trabajo por consigna para que la corcholata preferida del presidente ganara. Todos sabíamos desde un principio que la exjefa de gobierno de la Ciudad de México sería la candidata de AMLO para dar continuidad a su proyecto transexenal.
Ebrard fue ingenuo al creer que la elección sería democrática, imparcial, legal, transparente y sin trucos. Ahora sabe que no fue así y se hace la víctima, Marcelo el doliente llora su desdicha.
Pero al participar en un proceso con reglas que él aceptó desde un principio pierde autoridad moral para impugnar los resultados. Sus lloriqueos lo hacen ver despechado e incapaz de manejar su frustración. En sus arrebatos denuncia que le hicieron trampa y en ellos se puede adivinar que quiere tomar venganza. Ya ha anunciado que hará un recorrido por todo el país para denunciar la estafa. Su rabia lo ha llevado a proferir amenazas contra los propios dirigentes de Morena a los que a puesto un ultimátum para que anulen el proceso que dio el triunfo a Claudia Sheinbaum.
Pide inocentemente que se repita la encuesta, alega un sinfín de irregularidades. Pero él sabe en su fuero interno que ya no hay vuelta atrás. Queda claro que sólo está acumulando pretextos para romper definitivamente con el partido gobernante. El excanciller no toma en cuenta que al participar legitimó la elección de Sheinbaum. Por eso ahora que ha perdido y pone el grito en el cielo propicia que se le juzgue como un mal perdedor, como un despechado incapaz de aceptar que lo derrotaron porque el ala dura de Morena y el presidente no lo quieren.
Marcelo ha impugnado la nulidad del proceso ante la Comisión Nacional de Honestidad y Justicia de Morena y ha amenazado incluso con el petate del muerto al manifestar que, si no le dan pronta respuesta a su demanda, romperá en definitiva con Morena. Se sabe de buena fuente que incluso Xóchitl Gálvez ya habló para invitarlo a ser parte del Frente Amplio Por México.
Marcelo acabará por abandonar las filas de Morena y se convertirá en un dolor de cabeza para Morena y su candidata. Y ante sus amagos de ruptura y sabotaje, Morena y AMLO le harán saber muy pronto que sus impugnaciones no proceden y que Claudia Sheinbaum es y seguirá siendo la candidata de Morena.
Mario Delgado no consiguió conservar la unidad interna y a partir de ahora Marcelo estará dedicado a dañar la legitimidad del proceso donde se eligió a Claudia Sheinbaum. Ebrard y sus seguidores están envenenados, se sienten traicionados y engañados por el presidente López Obrador. Su resentimiento los llevará a intentar que Claudia pierda. Le harán el juego sucio a la oposición. Todos estos desencuentros y rupturas pueden acabar beneficiando a Xóchitl Gálvez.
La cargada en favor de Sheinbaum.
Luego de que el pasado 6 de septiembre se oficializara que Claudia Sheinbaum era la ganadora en el proceso interno de Morena, el país entero fue testigo de la reaparición de un fenómeno muy característico de la época dorada del PRI que ocurría justo en el momento que se daba a conocer el nombre del que sería su candidato a la presidencia de la república. Me refiero a La Cargada, ese ritual abyecto en el que la clase política priista acudía a expresar su lealtad incondicional al elegido por el gran Tlatoani.
Como vasallos, todos los grillos acudían a expresar con la mano en el corazón y en un estado de éxtasis, con los ojos en blanco, su adhesión al futuro presidente: “Estamos con Usted señor candidato, hasta la ignominia”. Este acto de sumisión no ha desaparecido de los rituales del poder a pesar de que los ideólogos de la 4T aseguran que el viejo régimen ha muerto y que ellos no son lo mismo. Hemos sido testigos de cómo un tropel de búfalos se ha volcado a rendir pleitesía a la nueva depositaria del poder (La Sheinbaum); nadie quiere quedarse fuera de la jugada, es decir, sin ocupar un asiento de primera clase en el tren que va con destino al futuro. Por eso, desde el mismo 6 de septiembre, día en que Claudia fue ungida como candidata triunfadora, los 23 gobernadores aliados de Morena, sus diputados federales, locales, alcaldes y toda la fauna de grillos y oportunistas acudieron a postrarse de rodillas para jurarle amor eterno a la candidata morenista y ofrecerle, demagógicamente, que le aportaran millones de votos el día de la jornada electoral (2 de junio de 2024). Con este tipo de prácticas dinosáuricas hay que darle la razón a quienes afirman que Morena es el PRI de los años 70 del siglo pasado.
Lo que viene para que Claudia.
En los próximos meses lo que va a ocurrir es que se hará oficial ante el INE la alianza entre Morena, el Partido Verde, Nueva Alianza y el PT.
La gran incógnita es saber si en San Luis Potosí el partido Verde tendrá todo el control de la campaña de Sheinbaum. Pronto sabremos si Ricardo Gallardo es nombrado general en jefe de la campaña de la candidata oficial. Si así llegase a ocurrir, los liderazgos locales de Morena tendrán que conformarse con un papel secundario, de subalternos, y someterse ante el jefe político de la entidad.
Es altamente probable que el gobernador Gallardo tendrá mano para proponer a la mayor parte de los candidatos a puestos de elección popular. Gabino Morales, Leonel Serrato, Rita Ozalia Rodríguez, Primo Dothé y muchos otros suspirantes morenistas verán disminuidas sus posibilidades de ser aspirantes o bien tendrán que conformarse con las migajas del pastel. Si Claudia Sheinbaum quiere tener el millón de votos que ha ofrecido Gallardo debe poner a trabajar a Mario Delgado para que alinee a las conflictivas hordas de Morena en San Luis Potosí. De lo contrario habrá guerra de tribus, todos contra todos y lo que vendrá será el caos y un crecimiento y triunfo de Xóchitl Gálvez en el estado.
Si los morenos que tienen aspiraciones deciden enfrentar al gobernador lo más seguro es que éste los hará morder el polvo, les pondrá una arrastrada en las urnas. Al gobernador le gusta ganar de todas, todas, y no se tentará el corazón para derrotar a los que se le opongan. Él aspira a mandar el mensaje de que en San Luis Potosí hay un solo jefe político. Así que será un gran reto para los dirigentes nacionales de Morena disciplinar a sus conflictivos cuadros políticos. De lo contrario la coalición opositora que integran el PAN, PRI y PRD pueden derrotarlos. Veremos.