Mi Cuate

Toño Martínez

Diciembre 13, 2025

En aquel tiempo (hace una semana) encontré a un amigo que de cero llegó a ascender a la cúspide del «éxito» en su profesión y en dinero. Era un “triunfador”, que procediendo de una familia modesta y crecer entre la palomilla jugando al futbol llanero, compartiendo raspas de carrito y volamos papalotes dio un giro total a su vida.

Fue astuto para los negocios aunque pisara a otras personas y subió y subió como la espuma; de aquella amabilidad y sencillez de cuates que tenía antes de «encumbrarse» apenas saludaba y ya no iba a los puestecitos loncherías a comer gorditas o migadas; tampoco a los templos donde asistíamos a la doctrina sabatina.

Ahora renovaba el auto cada año, tenía dos y uno para su esposa. Cambio su domicilio de una colonia popular a un fraccionamiento fifí …y comenzaron los excesos y con ello sin saberlo su caída; cambió de compartir la hora de la botana en cualquier antro para convivir con amiguis entre ocurrencias por brindis con whisky en restaurantes de lujo y con amigos de lujo donde hacia gala de joyas de lujo, cadenas, relojes, anillos etc.En su obnubilación tuvo departamento de lujo para la amante y aspiró a ser presidente municipal.

Pasaron los años, cayeron las hojas del calendario y antes de lo esperado la vida «superior» de mi amigo comenzó a desplomarse como roca en acantilado. Tuvo que vender sus residencias, rematar sus bienes, sacar a sus hijos del colegio, buscó la ayuda de Dios cuando hasta de Él se había apartado.

Para cortar la narrativa sobre mi amigo, que está salpicada de vivencias y conductas volubles, éxitos y fracasos; hoy mi amigo vende cacahuates garapiñados y japoneses por las calles.

Lo encontré con sus vendimias y al levantar la vista se turbó al mirarme, me habló de usted aquel cuate de la infancia.

Como si nada pasara le di un saludo efusivo y un abrazo e ignorando sus dramas lo invité al café.