Toño Martínez
Febrero 11, 2021
Hace 12 años el entonces sensei de la política potosina de ese entonces, Horacio Sánchez Unzueta realizó una «genial» jugada en el Partido Revolucionario Institucional, cuando, con la clásica sonrisa socarrona que tenía contestaba a quienes estaban desesperados porque el PRI se estaba quedando sin candidato a Gobernador mientras el PAN llevaba camino recorrido con Alejandro Zapata Perogordo, que se tranquilizaran que ya llegaría.
Su burlesca respuesta en lugar de apaciguar los ánimos priístas metían a la militancia en un mar de conjeturas porque aunque había prospectos no se decidían por ninguno – Jesús Ramírez Stabros el más comentado como aspirante- y el tiempo de registros estaba encima.
Sánchez Unzueta que era presidente estatal del tricolor presumía que el candidato sería imbatible, ganador, mejor que ninguno.
Y ¡zaz!, cuando Ramírez Stabros sentía la candidatura en la bolsa y hasta tenía una estructura de apoyo ya operando Horacio Sánchez dio la sorpresa presentando al doctor Fernando Toranzo Fernández como el bueno, y como en esas fechas lo que los jerarcas del PRI decían era una orden, todos se alinearon.
De nada valieron protestas de militantes pues Toranzo Fernández fue el nominado, se lo sacó de la manga.
Sustentó su postulación en el historial profesional del galeno, un excelente cirujano que fue director del Hospital Regional de Ciudad Valles por más de 20 años, tenía una imagen limpia, inmejorable, humano y servicial; había sido también Diputado local y regidor aunque no rindió protesta y dejó el lugar a su suplente.
Horacio Sánchez lo hizo Secretario de Salud cuando fue Gobernador, y por ahí le apostó para hacerlo candidato y gobernador.
El problema es que como gobernador del 2009 al 2015 no cumplió las expectativas y entre otras cosas su mandato se vio involucrado en el escándalo de manejos oscuros cuando la organización Mexicanos Contra la Corrupción lo acusó de haber invertido dinero del fondo de pensiones, vía Oziel Yudiche, director en empresas de la delincuencia organizada donde se perdieron y obtener una fortuna estimada en 200 millones de pesos al concluir su mandato.
Queriendo imitar aquél fenómeno político, Mario Delgado cuchicheado desde Palacio de Gobierno pretende repetir la historia de Fernando Toranzo con Mónica Liliana Rangel Martínez pero, la diferencia es enorme y las circunstancias políticas también.
La mexiquense Rangel Martínez – nació en la Ciudad de México pero está en San Luis Potosí desde 1995 que llegó a Tamazunchale para prestar su servicio médico y titularse-, y se quedó.
Reúne 25 años de ejercicio profesional escalando diversas posiciones en el sector salud hasta llegar a convertirse en Secretaría del ramo designada por el actual jefe del ejecutivo Juan Manuel Carreras López. Es decir que Mónica lo único que conoce es el ámbito de la salud lo que no le da para generar una esperanza de buen gobierno.
Encima llega con fuerte rechazo no solo dentro de Salubridad sino en otros sectores potosinos.
Que si es la funcionaria más conocida y popular del gabinete de Carreras López es cierto, e irónicamente se lo debe al SARS- COVID 19.
Su aparición todos los días desde hace 10 meses en medios de comunicación para presentar el informe sobre la enfermedad, contagios, muertes, recomendaciones, estructura hospitalaria y otras cosas hace que la conozcan hasta en el lugar más remoto.
Pero ser conocida no significa ser aceptada y menos tener el respaldo popular; es ahí donde patinó re feo Mario Delgado Carrillo al creer el resultado de encuestas – si es que las hizo- que la favorecían por encima de Luz María Lastras Martínez quien sí reúne los conocimientos y experiencia para una buena candidata y gobernadora.
Imaginemos a Mónica en la competencia constitucional frente a un Ricardo Gallardo Cardona » El Pollo», un Octavio Pedroza Gaitán o un Juan Carlos Machinena Morales, no llegaría ni a las preliminares.
Eso sí, le van a inyectar toneladas de dinero de los «ahorritos» obtenidos por el presidente Andrés Manuel López Obrador al desmantelar y desaparecer cientos de programas, fideicomisos, instituciones, pero aun así será difícil construirle la imagen que necesita.
Conque a Mónica Liliana no vaya a sucederle la suerte de los guajolotes, que solo los sacan del corral cuando los van a hacer mole.
Ojalá no.