Toño Martínez
Enero 12, 2021
No cabe duda que hay quienes nacen con el gen o chip de la autodestrucción inserto en su ADN, y lo estamos comprobando en vivo y a todo color sin necesidad de investigaciones o pruebas de laboratorio con el acelerado proceso de descomposición que carcome lo que alguna vez intentó convertirse en la primera fuerza política de México solo sostenida por un placebo llamado Andrés Manuel López Obrador pero que perdió su poder para generar inmunidad y fortaleza a ese organismo amorfo.
Sus depredadores están dentro, son su propia gente.
Morena superó en pocos meses al formato ausente de convicciones ideológicas y doctrina con que navegaron los partidos Revolucionario Institucional y Acción Nacional durante décadas y que los llevó a un final de descomposición que los tiene convertidos en casi un fiambre político aunque con algún signo vital aun.
Pero el Movimiento de Regeneración Nacional los rebasa con enorme distancia, y basta con echar un vistazo a su primer proceso interno para renovar su dirigencia nacional, donde la polémica Yeidckol Polevnsky se enfrascó en una guerra intestina brutal con Alejandro Rojas, Alfonso Ramírez Cuéllar que más tarde arrastró a Berta Luján y remató con la sórdida lucha entre Porfirio MuñozLedo y Mario Delgado Carrillo, para ofrecer un espectáculo de teatro griego que lo mismo hizo asombrar a los mexicanos que arrancar carcajadas y burlas.
Pero no les dejó ninguna lección para regresar a la búsqueda de un eje de unidad fundado en la izquierda para reformar al viejo sistema político y dar vida a un nuevo país, como pregonaba hasta volverse ronco López Obrador, y que le atrajo precisamente el respaldo popular.
Tanto no aprendieron de las reyertas que pulverizaron al partido en moléculas de intereses distintos, tanto que en este momento Morena no es capaz de aglutinar a sus tribus en los 15 estados donde habrá elecciones este año para renovar Gobernadores, y en el país 500 diputaciones federales de los cuales la coalición “Juntos Haremos Historia” tiene hoy 338 repartidos entre 254 de Morena, 40 del Partido del Trabajo, 26 del ahora Encuentro Solidario -antes Encuentro Social-, 13 aliados del Verde Ecologista más 5 que renunciaron al PRD y se declararon a favor de ese grupo.
Se están dando hasta con la cubeta el trapeador y la escoba porque en Morena no hay militancia basada en una plataforma ideológica y de objetivos claros para México y sus ciudadanos.
Ya ven, hasta el propio López Obrador pintó su raya y tras regañar a sus dirigentes les dijo “nos vemos sino cambian”. Y no pudieron.
Las trifulcas de los morenos se da lo mismo en Tlaxcala que en Guerrero, Colima, Sinaloa, Baja California Sur, Zacatecas, Michoacán, Campeche, Chihuahua, Sinaloa, Nayarit, Muevo León, Sonora, y no se diga en San Luis Potosí, es decir donde se cambiaran Gobernadores, pero también en aquellos otros que reemplazarán 1, 063 diputados en 30 Congresos locales y 1,900 Ayuntamientos.
La descomposición política de Morena esta en sus cuatro etapas: autoanálisis, putrefacción, decaimiento y secado.
Mario Delgado Carrillo no puede contra un enemigo interno de mil cabezas, y los resultados electorales para ese partido este año son muy inciertos por tener activado el mecanismo de autodestrucción.