Dr. Jaime Chalita Zarur
Abril 18, 2020
Cuidarlos, estimarlos y respetarlos es lo adecuado, lo que debería ser y corresponde a un ser humano y no a un depredador de ser humano por el ser humano. La civilización se torna agresiva en contra de su misma especie, algo que no se da en ninguna otra.
Quienes tratando de ayudar, nos dedicamos a la atención de la salud de las personas, cada día nos parecemos más y más a los policías; desde luego los honestos: exponen la vida por otros y, aunque esta es la vocación que elegimos, ciertamente no lo hicimos para ser agredidos o, morir en el intento de salvar a los demás pero, esta es la vocación elegida y hay que darle cumplimiento de cuidar a los demás, aún a costa de las vidas que en el intento quedarán.
En esta situación histórica, aun cuando ya la humanidad había vivido emergencias o, como debería ser, contingencias de salud pero, en nuestro tiempo de vida, sólo nos ha tocado presenciar está, que, se ha llenado de opiniones, fundadas en las noticia que escuchamos, de cada uno de los días desde que inició el tema del COVID19, y muchas que causan el terror porque en ello va la vida de las personas que se enferman, y es que, estamos ante una situación desconocida que nos ha obligado para actualizar el código de ética médica y la selección, en dado caso, de quien será atendido y, quien no.
Parece ser que fundados en el Código de Bioética, esta selección privilegiará la expectativa de vida y por ello la desventaja de sufrir una enfermedad crónica y, o, ser viejo, inclinará la balanza en favor de los jóvenes. Así sucedió en el exterminio alemán, eliminando a los adultos no productivos y a las vidas inútiles. Una barbarie que no se olvida.
Hoy el personal de salud que trabaja en los hospitales: doctr@s, enfermer@s, quimic@s, intendentes, recepcionistas, cada una de las personas que trabajan en la atención de la salud de los demás, están siendo atacados sin medir consecuencias y sin saber el daño que se ocasiona a los demás, pudiendo incapacitar a cualquiera de ell@s por sólo ser servidor de la salud de las personas.
El miedo y el terror a perder la salud o, la vida en caso extremo y ante la aplicación de la selectividad de auxilio de pacientes, en situaciones de insuficiencia en infraestructura, está haciendo reaccionar a las personas en contra de quienes de verdad pueden regresar su salud y, o, salvar sus vidas.
No cabe duda que el atender la salud de las personas se ha vuelto tan peligroso como quienes arriesgan sus vidas por los demás y el pago es el maltrato, físico y verbal. Así es, el ser humano, mujeres y hombres se están convirtiendo en los depredadores del ser humano o, quizás ya lo éramos y jamás nos dimos cuenta.
Seguro que para quienes sobrevivan esta calamidad, la vida y las relaciones interpersonales serán de otra forma. Espero, porque no sé si estaré para verlo, que sea para bien. Que las personas se vean unas a otras como la especie que se tiene que preservar y está, siendo la dominante como ha sido, lo sea esta vez con enorme respeto por los demás habitantes de la tierra.
Estoy seguro que en el respeto vendría una nueva relación constructiva con la tierra y sus habitantes: con los animales, con la flora y fauna, con la misma tierra. Este sería el cambio que hoy, a pesar de lo que sucede, se dice y se comparte, en todos lados posibles, de comunicación, fuese una realidad. Habría que ver si los sobrevivientes pasan lo compartido, a verdaderamente practicarlo con los demás y no queda en la falsedad impulsada solo por el miedo.
Un virus llamado COVID19 vino a la tierra a darnos una lección del cambio que necesita nuestro entorno próximo pero igualmente el más lejano.