Dr. Jaime Chalita Zarur
Enero 22, 2022
Nuevamente el peligro de regresar a semáforo rojo cierne su sombra obscura sobre la sociedad de nuestro estado. Los contagios de Ómicron no ceden y lo que inició como un contagio frecuente o, con más facilidad de transmisión, se ha ido convirtiendo en un dolor de cabeza para todas las personas.
¿Estamos viendo los efectos de las fiestas de invierno? Muy posiblemente sí. Las reuniones de convivencia, se dieron casi en un entorno de la antigua normalidad y, bajamos la guardia de nuestros cuidados. Los contagios se elevaron con tal enormidad, que luego es preocupante.
No hay evidencia o, indicación de que la economía se vaya a detener, independientemente del número de contagios, a menos que los hospitales inicien su llegada a los límites en hospitalizaciones o, la disponibilidad de la infraestructura de terapia intensiva se empiece a ver rebasada. Igualmente, cuando el número de muertes referidas a la enfermedad, aumenten como sucedió en el año 2020.
Parecería que se viera lejos un escenario tan trágico como el del año antepasado, pero, nada está sentado por cierto, pues en el descuido que hemos tenido, es demasiado y estaríamos en la posibilidades verdaderas de volver a sufrir más de lo que se sufre en esta país, lleno de necesidades que se colman solo en promesas de campañas políticas.
Por ahora la responsabilidad de la prevención, como siempre, está del lado de la sociedad y, aun cuando las autoridades, así lo insistan y lo indiquen, la población tendría que tomar la responsabilidad de hacerlo. De lo contrario sería utópico que alguien viniese y nos aconsejara o, impusiera tales medias.
Mientras la consciencia social, no la hagamos un patrimonio de cada una de las personas y venados, no solo por la individualidad o, los más cercanos, pero, además, en beneficio de la colectividad, que permita siempre trasmitirla, seguiremos en el error de sabernos unipersonales, mostrando la poca importancia y sensibilidad de lo que suceda a los demás y que, muy seguramente terminará de impactarnos en lo personal, en cualquier forma.
Provocar más de lo malo socialmente hablando, no tiene sentido, pero, pareciera que la depredación humana crece en el lugar de construir lo conveniente a la población.
¿Algún día terminará tanto encono, pero igualmente tanta indolencia?