Miguel Ángel Guerrero Arriaga
Agosto 30, 2020
Lo mismo en pláticas de calle o de café que en las redes sociales, no deja de percibirse una sensación de desilusión al ver que los potosinos no somos capaces de hacer lo elemental para contener la propagación de la pandemia lo que parece ser que dará la razón a quienes dicen que somos la generación condenada a ser criticada porque se nos pidió no hacer nada, y, es evidente, lo hicimos mal pues por ello, a pesar de que SLP se encuentra en el color naranja del semáforo epidemiológico de nueva cuentas estamos más cerca de volver al rojo que de enfilar al amarillo.
Desafortunadamente, con gestos de pesar la mayoría de la gente acepta esta penosa realidad luego de que hemos regresado al registro de más de 300 contagios diarios y a rebasar la treintena de defunciones en un día.
Después de mucho batallar e insistir en que se generalizara el uso del cubrebocas San Luis pudo dejar el color rojo y acceder al naranja con el que se propicia la reanudación de algunas actividades productivas lo que lamentablemente, no se sostuvo hasta ahora en que la propagación se ha recrudecido.
En este pesimista contexto, de nada sirvió, por lo visto que se haya impuesto la obligatoriedad de usar dicha protección en todo el estado y que se hayan desechado las propuestas de aplicar multas a quienes no la usaran o que la fuerza pública interviniera para regresar a sus casas a quienes no la portaran o en casos extremos fueran remitidos a la barandilla donde tendrían que cubrir una multa administrativa.
Tales esfuerzos han sido echados directamente al caño por la indolencia de los que todavía no creen que exista el contagio del coronavirus.
Durante la conferencia diaria para informar de la evolución de la pandemia tanto la secretaria de salud, Mónica Rangel y aún el gobernador Juan Manuel Carreras López se han cansado de implorar en todos los tonos a los potosinos la importante necesidad de protegerse con el cubrebocas como medida central para frenar la pandemia a lo que han recibido un desesperante desdén a ese llamado.
Aunque el porcentaje de ocupación de camas en los hospitales todavía no alcanza niveles de emergencia está claro que ante el avance del mal en algún momento se llegará a esa situación.
Así con las calles, principalmente las del centro histórico plagadas de aparentes suicidas con el covid-19 el estado se acerca de nueva cuenta al rojo mientras miles de familias respetan el aislamiento social y evitan en lo posible salir a la calle decepcionantemente regresamos a los más de 300 contagios diarios y decenas de defunciones por esos incapaces de no hacer otra cosa más que usar el cubrebocas y no salir a la calle sin motivo urgente.
Lo peor es que no parece que las autoridades estén dispuestas a retomar el tema de la aplicación de sanciones contra ese tipo de personas con el fin de obligarlas a que se sumen al combate de la pandemia. Dios nos libre
CABOS SUELTOS
Hace dos días cuando algunos burros irrumpieron en la avenida Salvador Nava, muchos se preguntaban sobre quiénes eran los que se manifestaban o la organización a que pertenecían.