Parajes turísticos rústicos auténtico tiro en el pie

Toño Martínez

Abril 29, 2019

Paseos acuáticos creados sin ninguna reglamentación produjeron desde      infecciones hasta vicios desbordados y delitos.                               

El torbellino turístico que registró la Huasteca Potosina durante el periodo vacacional de Semana Santa, sorprendió al sector de servicios que no estaba preparado para una avalancha de visitantes de ese tamaño, y planteó la ausencia peligrosa reglamentación para parajes rústicos que en racimo surgieron al vapor en ejidos y ranchos con acceso a ríos, donde desde infecciones, escándalos, borracheras entre sujetos pendencieros y robos, fueron la constante.

No había vigilancia, tampoco normas de orden, distribución de territorios en las orillas de ríos ni control sobre el consumo de bebidas alcohólicas, de la basura, escándalos y mucho menos equipos de primeros auxilios o rescate.

Un ejemplo del caos que produjo la apertura a diestra y siniestra de paseos a la orilla de ríos en la Semana Santa, fue el río “Valles” en cuyas orillas, desde Santa Rosa hasta “Pago Pago”, de “El Veladero” hasta El Naranjo había docenas de parajes donde se aglutinaron miles de personas tanto de la ciudad y poblados como del exterior.

Lo mismo sucedió en los afluentes de Axtla de Terrazas, Aquismón, Xilitla, Tamuín, Ébano, Tamasopo y El Naranjo; de Tamazunchale y Matlapa, y en todos la característica fue la misma: Falta de cuidados y reglas.

Magnífico que la Huasteca se consolidó como un destino turístico para todos los niveles de visitantes, desde los que se hospedaron en cómodos hoteles de cuatro estrellas, de tres, dos y una.

En los Hostales y moteles o bien en espacios abiertos donde instalaron casas de campaña.

Pero el lado oscuro fueron los parajes ejidales o de ranchos y eso equivalió a pegarse un tiro en el pie.

Apenas dos o tres días después, muchas personas comenzaron a padecer infecciones epidérmicas, desde salpullidos hasta llagas; en la vista y vías respiratorias, porque el agua por el exceso de paseantes estaba sumamente contaminada.

Eso sin contar las constantes quejas por robo de celulares, prendas, carteras, aparatos y pertenencias diversas, ni las riñas que surgieron al calor del alcohol.

Es la temporada de estiaje, cuando los ríos pierden la mayor parte de volumen y eso hace que se concentren bacterias, virus y elementos nocivos en proporciones de riesgo.

A ello se sumó la basura arrojada criminalmente a los ríos, desde pañales desechables, toallas sanitarias, restos de alimentos, empaques de plástico, cartón y nylon.

A los ejidatarios y rancheros solo les interesó cobrar, y vaya que hicieron su agosto, solo por rentar terreno bajo los árboles o para estacionar vehículos.

Qué bueno, es encomiable que haya surgido el gran otencial de la región en turismo para gente de bajos ingresos, el social, que genera derrama económica, pero que malo que no exista regulación en los paseos pues las direcciones de turismo pasan por alto lo esencial y se concentran solo en lo promocional.