Toño Martínez
Agosto 12, 2019
En el estado de 126 mil militantes solo acudieron poco más de 22 mil; difícil para Alejandro Moreno lograr la reconstrucción.
Se esfumaron, se fueron al caño las esperanzas de que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) pudiera remontar su desgracia en las elecciones del domingo 11 para renovar la dirigencia nacional, porque la poca militancia que le quedaba y suponía leal “hasta las cachas” le falló; los resultados del proceso no cubrieron ni la tercera parte de lo esperado y el virtual nuevo presidente, Alejandro Moreno Cárdenas tiene el reto colosal de vencer al enemigo que está en casa, no fuera.
Por más cara de alegría y triunfalismo que obligadamente debe mostrar Moreno Cárdenas, la sombra del desconcierto y la incertidumbre se nota.
El golpe lo sufrió desde dentro; de los 6 millones 700 mil militantes inscritos en su padrón, apenas unos 2 millones habrían participado de acuerdo con los números preliminares de la jornada, y de estos, el 80% se los llevaría Moreno Cárdenas con Carolina Viggiano como secretaria general; el 9.14% Ivonne Ortega Pacheco y el 2.97% Lorena Piñón Rivera.
Lo sucedido fue como en la famosa novela de Gabriel García Márquez “Crónica de una muerte anunciada”; en este caso fue la “Crónica de una victoria anunciada”, porque desde que Moreno Cárdenas aceptó que buscaría la presidencia nacional del PRI y pidió licencia como Gobernador de Campeche para entrarle al proyecto, se vio como una amorfa estructura de intereses cruzados caminaron al padrinazgo de esa aventura.
En esa madeja de componendas había de todas las ideologías y colores; morenas, económicas, políticas, pintas y otras más oscuras.
Lo detectaron a tiempo, con pelos y señales sus oponentes en la contienda: José Narro Robles, quien hasta renunció al descubrir la conjura; Ulises Ruiz Ortiz, Ivonne Ortega Pacheco y diversas voces más de peso priista.
Pero nada, no pasó nada porque la presidenta provisional del tricolor, Claudia Ruiz Massieu aunque consciente de lo que sería un proceso manipulado, no pudo enfrentar los poderosos intereses detrás de “Alito”.
Pero en las mesas receptoras de votos se lo cobraron y así, en estados como San Luis Potosí, de los 126 mil priistas empadronados solo fueron a votar unos 22 mil por las tres fórmulas.
Como quien dice, Alejandro Moreno se sacó la rifa del tigre pero un felino muy anémico.
Desde afuera del tricolor, se pierde la posibilidad remota de que el PRI pudiera oxigenarse para darle al país un contrapeso político al sistema hegemónico morenista, que a excepción del PAN y PRD, seguirá teniendo poca resistencia a cualquier decisión que quiera tomar.
Otra vez lo perdieron sus mañas, y los morenistas seguirán despachándose con la cuchara grande.