Toño Martínez
Septiembre 17, 2019
Al final de la segunda entrega, me referí a uno de los fantasmas más violentos, capaces de mover y destruir objetos, dañar y hasta causar la muerte de personas porque están vinculados con presencias demoniacas.
Los Poltergeist, cuando toman posesión de una persona la tornan extremadamente agresiva, deforman y son responsables de que adquiera facultades como la telequinesis -lanzar objetos con el pensamiento- para atacar.
Producen estruendos, rugidos, golpes y hacen levitar a aquellos de los que se apoderan.
Para diversos parasicólogos, el Poltergeist no solo se asocia con personas fallecidas que en vida llevaron una existencia de maldad, homicidas, asesinos seriales, criminales en general, sino a un fenómeno psicoquinético que se da generalmente en adolescentes, equivalente a transformar en un ente emociones intensas y desequilibrios mentales que sufran.
Precisamente por su grado de perversión y violencia, el Poltergeist ha sido, junto con las posesiones satánicas, el fantasma que más libros y películas de terror ha inspirado.
En el estado de San Luis Potosí, la aparición de Poltergeist forma parte de la leyenda urbana y rural, pero existen pocos casos documentados precisamente por tratarse de un tema tabú, especialmente para una sociedad de fuerte arraigo cristiano-católico que rechaza la aceptación del ente fantasmagórico.
No quiere decir que no existan sucesos de este tipo sufridos por familias completas que han terminado en consecuencias funestos; sino que son poco difundidos y quienes vivieron esa experiencia traumática prefieren no comentarlo.
Otro de los espectros comunes, es identificado como El Renacido, es decir los espíritus de personas que se niegan a aceptar que ya no pertenecen al plano físico.
Aparecen con la imagen del o la fallecida, muerta pero su aspecto es cadavérico.
Son de contexto sólido, incapaces de atravesar paredes u objetos, dejan huella al desplazarse y tienen peso.
La teoría dice que son entes que sufren, que sangran y que dejan sombra, y se aparecen ordinariamente a personas ligadas con el fallecido, hombre y mujer, pero no atacan, solo hacen sentir su presencia pues para ellos están viviendo.
En prácticamente todas las culturas del Mundo hay una aparición común: La Mujer de Blanco.
Se trata del espíritu de una mujer cubierta por una túnica blanca, que aparece con un rostro hermoso y cabellera larga para atraer a los hombres.
Sus facciones son finas y atrayentes, pero en realidad detrás de esa apariencia ocultan su verdadera composición, pues son entes horrendos, deformes, de piel gris y ojos oscuros que solo pueden ver aquellos a quienes atacan hasta matarlos.
La Mujer de Blanco aparece lo mismo en casas que en carreteras, fuera de cementerios, y son comunes las historias de conductores de vehículos que al ver a una mujer seductora en su camino por las noches, le han abierto las puertas para subirla.
El fantasma que no lo parece, es silencioso, se cubre el rostro con el pelo, no responde a los intentos de charla, pero cuando se le insiste voltea al conductor convertido en monstruo, lo cual ha provocado accidentes donde mueren y atrapa su alma.
Ese tipo de ente proviene de mujeres que se suicidaron o fueron víctimas de muertes violentas y buscan vengarse en quien sea.
Luego viene el llamado Buruburu, un tipo de fantasma que produce indescriptible temor y ansiedad entre quienes se aparece, a tal grado que pueden sufrir un paro cardiaco y morir.
El primer síntoma es la paralización por el terror, lo cual fortalece al Buruburu y lo “nutre” para continuar su misión de causar pánico.
Proceden de quienes tuvieron una muerte trágica, pero no son todavía de los peores fenómenos paranormales, por lo que continuaremos con la descripción de fantasmas y entes que nos rodean.