Dr. Victorino Oliva Argüelles
Hace 2500 años Hipócrates enfatizaba la importancia de la alimentación y su relación con la salud. Actualmente se está haciendo justamente lo contrario.
Cuestiones manejadas principalmente con un interés comercial propiciaron un cambio dramático en la alimentación, la obesidad y sus consecuencias son solo uno de los problemas, sin embargo, de esto surgen una infinidad de consecuencias casi imperceptibles en un principio pero con resultados muy importantes a mediano plazo.
La biología molecular, la bioquímica y otras ciencias han demostrado el efecto negativo que ejercen la alimentación rica en carbohidratos (almidones, azúcar, frutas, alcohol) y de alimentos ultraprocesados y ya es público que los padecimientos de origen metabólico son un problema de salud pública muy importante.
Países cómo Finlandia o Dinamarca manejan programas para mantener a la gente sana, es decir, con pocas enfermedades.
En otros países no se aborda de la misma manera y se realiza un enfoque de atención a las consecuencias (diabetes, infartos, Parkinson, Alzheimer, enfermedad renal crónica, etc.) lo cual no solo es costoso sino que también significa una gran disminución en la calidad de vida de las personas.
Aquí la pregunta no es «ser o no ser» ahora nos toca decidir entre prevenir, o curar.