Ángel Castillo Torres.
Marzo 29, 2023
Enrique Galindo actuó como policía del pensamiento// Excomulgo a los disidentes del PRI //Por defender a Elías se dejó dominar por los demonios de la intolerancia // Queriendo honrar a Colosio se tropezó con su lengua y mostró un talante autoritario// Habló el dinosaurio que todo priista lleva dentro// ¡Perversos!, llamó a quienes ejercen su derecho a disentir// Se mostró como partidario del pensamiento único//
¿Demócrata? Era el mediodía del jueves 23 de marzo cuando Enrique Galindo se enteró de que el grupo de priistas disidentes que está pidiendo la renuncia de Elías Pesina se encontraba en un café de los Portales Ipiña, en el centro de la ciudad, ofreciendo una rueda de prensa en la que denunciaban la aberración de querer convertir el 29 aniversario luctuoso de Luis Donaldo Colosio en un acto de apoyo al dirigente estatal del PRI.
Su reacción al enterarse fue rabiosa, montó en cólera, sus planes para redimir al caduco Elías se derrumbaban. Días antes, Galindo y el equipo de Pesina habían planificado celebrar un gran evento para honrar la memoria de Luis Donaldo Colosio y de paso mostrar unidad y músculo para defender al desacreditado dirigente priista. Pero resulta que los disidentes se les adelantaron y les mataron el gallo antes de que ellos se lucieran. El presidente municipal y los directivos del PRI ya habían convocado al acontecimiento, el cual se celebraría ese 23 de marzo por la tarde. Para ello exigieron a los empleados de la administración municipal, de filiación priista, su asistencia obligatoria a las 6 de la tarde para no violar la ley puesto que se trataba de un evento político y los funcionarios y empleados no pueden acudir en horario laboral. La “Operación Acarreo” ya llevaba varios días convocando al dichoso evento.
La idea original era realizar el mitin en el Auditorio Plutarco Elías Calles ubicado en el edificio del PRI. Pero los priistas del interior del estado mostraron poco interés en acudir a la convocatoria y hubo que cambiar los planes. Entonces y ante el desaire de la militancia se tomó la decisión de realizar el evento en la plancha de acceso al edificio del PRI donde hay un busto de Colosio. Se montó el escenario con grandes pendones alusivos y se tuvo que recurrir a las presiones para que el personal priista que labora en el H. Ayuntamiento acudiera a respaldar el evento.
Fue así que llegó la hora de la conmemoración y de último minuto se decidió que Galindo fuera el orador principal. Así pues, el “primer priista del estado” pronunciaría el mensaje central en honor a Colosio y asumiría la defensa de Elías. (Big Brother), El Gran Hermano Galindo, policía del pensamiento, habló iracundo ante sus compañeros. Galindo no se anduvo con rodeos. Al tomar la tribuna soltó su furia contra los disidentes: “El que hoy tenga dudas del PRI, está abierta la puerta, que se vayan”. (Comentario lleno de dudas.- Realmente no sé si la refinada mente de Galindo estaba pensando en la duda metódica inventada por René Descartes (cogito ergo sum) o especulaba acerca de la duda existencial que en ciertos momentos nos atormenta o, si se refería a las tribulaciones de San Agustín en su obra Confesiones.). Solo él lo sabe, pero el caso es que su frustración y enojo sacó de lo más profundo de su ser al dinosaurio que todos los priistas llevan dentro.
El desliz verbal mostró a un político adicto a las formas autoritarias de liderazgo. Su lenguaje corporal, tono de voz y narrativa amenazante me recordó la novela de George Orwell, 1984, donde se da cuenta de la represiva actuación de La Policía del Pensamiento, organización policial que se caracterizaba por arrestar a los ciudadanos que pensaban en cosas que iban en detrimento de las consignas del Partido. En esta novela distópica de política se consigna que hay crímenes de pensamiento («crimental» o «pensacrimen») que eran los más graves y por tanto sancionados con mayor dureza por el Partido. Afortunadamente en los Estatutos del PRI no están tipificados los crímenes de pensamiento ni están permitidos los arrestos para quienes ejerzan su libertad de expresión, que sino, Galindo por su expertise policiaco nos hubiera mandado encerrar en las celadas de la policía municipal por una semana, como mínimo.
En el lapidario mensaje del primer priista del estado contra los “perversos” disidentes hubo momentos de paroxismo y paranoia. De forma teatral el alcalde proferían anatemas desde el atril y al mismo tiempo exaltaba las virtudes de un priismo utópico: “Quieren ver a los priistas velados, chiquitos, temerosos y asustados, pero los priistas son de otra sangre, de otro corazón”. Quizás lo dijo pensando en la metamorfosis que se ha producido en el ADN de los priistas luego de su alianza con el PAN, ahora la sangre de los herederos de Colosio ya no es roja, es azul.
¿Galindo, un demócrata? Enrique Galindo es un político que aspira a ser gobernador algún día. Su actual desempeño al frente del Ayuntamiento capitalino nos está permitiendo conocerlo. Al respecto decía el gran Abram Lincoln: “La mayoría de los hombres soportan la adversidad, pero si quieres conocer el carácter de uno, dale poder”. Lo que el pasado 23 de marzo atestiguamos en el evento del PRI desnudó a Enrique Galindo. Su intolerancia y autoritarismo deben preocupar a la sociedad y a sus asesores.
¿Queremos en el ejercicio del poder a un demócrata o a un tirano? Un demócrata asume como propios y defiende los valores de la democracia tales como la tolerancia, el respeto a la pluralidad, defiende los derechos humanos, la libertad, la justicia, la igualdad y la solidaridad. Un autócrata, por el contrario, ejerce un liderazgo tirano centrado en la figura del caudillo, su palabra es ley, es rígido, intolerante, toma decisiones en solitario, pocas veces consulta a su equipo; para él la obtención de resultados es lo más importante; no le gusta delegar responsabilidades; aplica premios y castigo a discreción; siempre emite órdenes concretas e inapelables; es estructurado y estricto en su comportamiento. Pero no todo está perdido para el maestro Galindo. Aún tiene tiempo para reinventarse, para iniciar una mutación que le permita ser parte del polo democrático de este país.
Y en cuanto a su papel en el PRI como el primero entre sus iguales, no es recomendable que fragmente más a las debilitadas bases priistas con actitudes excluyentes, autoritarias e intolerantes; en vez de dividir a sus compañeros de partido debería ser un factor de unidad y comportarse como un demócrata. ¿Quiere ser recordado como Colosio o como Díaz Ordaz?