Ángel Castillo Torres
Mayo 31, 2023
Alejandro, Alito Moreno, impone nueva directiva al priismo potosino // Sara Rocha entra por la puerta de atrás// La nueva dirigente viene a administrar los santos oleos // Enrique Galindo da el visto bueno y entrega la plaza al verdugo de su amigo y mecenas Miguel Ángel Osorio Chong // Lo que les importa es chupar hasta la última gota de vida de lo que queda del PRI, quedarse con las plurinominales y facilitar la reelección del alcalde capitalino // Sin estructura, desprestigiado y en la marginalidad, el PRI luchará por no perder el registro en las elecciones de 2024.
A lo lejos se ve un cortejo fúnebre. Un desconsolado grupo de personas carga el ataúd de un difunto. A paso lento se encaminan a una iglesia para celebrar la ceremonia luctuosa y pedir por el eterno descanso del alma del finado. Los curiosos preguntan: ¿Por quién doblan las campanas?; alguien responde: por la muerte política del equipo que Juan Manuel Carreras instaló en la dirigencia estatal del PRI cuando soñaba que podía dejar heredero en el gobierno del estado.
Se va Elías Pesina al inframundo de la política sin pena ni gloria, cargando en su conciencia la culpa de saber que será recordado como un esquirol que se prestó al perverso juego de Juan Manuel Carreras en las elecciones de 2021 cuando traicionó al PAN e infiltró a Morena con su candidata Mónica Rangel.
Pecina no soportó más las presiones que pedían a gritos que se fuera. Su renuncia fue recibida con beneplácito por el dirigente nacional del PRI Alejandro Moreno ya que esto le brindará la oportunidad de tomar el control total de este partido en San Luis Potosí. Alito ya lo había intentado meses antes, pero Enrique Galindo le interpuso obstáculos. El dirigente nacional no quiso confrontarse con el alcalde y espero mejores tiempos para dar el zarpazo. Con el paso de los meses las circunstancias cambiaron en favor de Alejandro Moreno debido a que el máximo Tribunal Electoral del país dictaminó que su permanencia hasta octubre de 2024 es legal.
Ya afianzado en el mando, este impresentable líder ha emprendido la embestida definitiva para imponer sus planes sectarios. Y para que no hubiera dudas del control avasallador que ejerce sobre las estructuras del PRI, Alito se dio el lujo de imponer a Sara Rocha, su aliada.
Es comprensible que Galindo se haya doblegado, no le quedaba de otra, él sabe que la posibilidad de ser postulado para la reelección dependerá de Alejandro Moreno. Quid pro quo, pensó Galindo, “te cedo el control del partido a cambio de que me permitas intentar la reelección”. Pero con esta decisión Galindo cometió parricidio político.
Pactar con Alejandro Moreno es traicionar a su padrino político, al que lo encumbró a la cúspide de su carrera policiaca, al que lo recomendó con Enrique Peña Nieto para que fuera nombrado Comisionado General de la Policía Federal , me refiero a Miguel Ángel Osorio Chong, enemigo jurado de Alito.
Osorio Chong fue uno de los distinguidos priistas que impugnó ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación la permanencia de Alejandro Moreno en la dirigencia nacional hasta el próximo año, cuando su periodo, según sus impugnadores, debería terminar en agosto de 2023. Osorio y otros destacados líderes del tricolor perdieron este litigio y como consecuencia Alito se ha consolidado como el actor dominante en el PRI.
Ante esta cruda realidad Galindo optó por sobrevivir y aceptar que Sara Rocha sustituya a Elías Pecina. Pero el arribo de la ex alcaldesa de Real de Catorce ha sido por la puerta de atrás. Llega impuesta por Alito Moreno después de aplicarle tormento a los Estatutos del PRI. En una sucia maniobra orquestada por Elías Pecina se nombró a Sara Rocha como secretaria de organización del Comité Directivo Estatal para que por prelación y dado que Yolanda Cepeda, secretaria general, fue obligada a renunciar, Sarita pudiera subir la escalera hasta llegar a la presidencia en calidad de provisional, hasta que el Consejo Político Estatal del PRI la ratifique y se convierta en presidenta sustituta.
En su calidad de provisional, Sara y el CEN del PRI estarán obligados por mandato de los Estatutos que rigen la vida interna de este partido a publicar a más tardar en 60 días la Convocatoria para elegir a un presidente sustituto. Una vez ocurrida esta acción retorcida y tramposa se coronará la infamia y Alito podrá decidir sobre la vida interna del priismo potosino. Esto siempre y cuando no se inscriba más que un candidato, porque si llegase a solicitar inscripción otro líder priista, la elección tendrá que ser por cédula (voto secreto) y entonces quién sabe si Sara Rocha logre ganar la elección en el Consejo Político Estatal.
Si finalmente Sara gana, ocurrirá que cuando llegue el tiempo de resolver acerca de si el PRI va en alianza con el PAN y el PRD en las elecciones de 2024, en San Luis Potosí, Alito será quien tenga la sartén por el mango. Entonces sabrá Galindo que si quiere el visto bueno de la dirigencia nacional para buscar su reelección deberá aceptar como Jefe Máximo a Alejandro Moreno. Ya sometido el primer priista del estado tendrá que permitir sin chistar que los candidatos a las diputaciones plurinominales locales y federales sean aquellos que la caprichosa voluntad de Alito quiera. Eso es lo que les espera a los priistas potosinos.
La gran incógnita es saber si las bases militantes y los simpatizantes del PRI estarán dispuestos a trabajar para que otros, los de siempre, sean los ganones. ¿Permitirán que una vez más los utilicen para que los oportunistas de siempre lleguen a un cargo público? Hay una opción para ellos a partir de ahora, declararse en huelga de brazos caídos, cero trabajo de campo y sana distancia con la nueva dirigente.