Quema de libros signo de regresión al oscurantismo.

Toño Martínez

Agosto 07, 2023

Primero fue el presidente nacional del PAN Marko Cortés, luego diversas expresiones de actores políticos y padres de familia más voces de intelectuales, líderes sociales y organizaciones civiles invitando a rechazar los libros de texto para educación elemental, y ahora, en el paroxismo regresivo que está generando  emprender acciones radicales circula en redes sociales una convocatoria  para una quema de libros en el zócalo de la Ciudad de México el 10 de septiembre, todo lo cual  está a punto de meter al país en una nueva vorágine de inestabilidad política y social.

Aún cuando se descubren cada día más errores de contenido en ciencias y humanidades en los textos así como una clara tendencia a inscribir como un hecho histórico al gobierno de la cuarta transformación, y  ponerle regímenes izquierdistas, no es el camino reaccionar con una condena total, en lugar de ejercer el derecho a exigir en el marco de la ley  que se corrijan y se suspenda su entrega a los niños y adolescentes hasta que se hagan las enmiendas.

Es derecho social y humano contenidos en la  Constitución Mexicana el acceso a una educación libre de dogmas religiosos y políticos, y habría que  agregar libre de promover conductas confusas en materia de género y tendencias de cualquier índole,  sino que recoja  la historia propia nacional y la  universal,  y se inserte la evolución científica y tecnológica. Que promueva respeto, valores, moral, civismo;  ls identidad mexicana y regional,  despierte el interés de los niños para saber más.

Sería verdaderamente terrible que guiados por tenebras políticas se cometieran actos de barbarie quemando los textos como sucedió 1497 en Florencia, Italia, cuando el monje Girolamo Savona emprendió una destrucción de libros en hogueras para «purificarlos» del pecado que para entonces eran la ciencia, arte y cultura.

Otro acto deleznable contra el conocimiento fue el ocurrido en  1935 cuando las juventudes hitlerianas incitadas por el odio antisemita de Adolfo Hitler quemaron libros de autores judíos y de otros pensadores y escritores por considerarlos contrarios al nacionalismo nazi.

Los iberos  en su llegada al Continente Americano  destruyeron códices mayas,  aztecas y de otras culturas  que contenían la cosmovisión, organización social, costumbres y conocimientos de la ciencia de los  pueblos originarios.

Avanzados en el siglo XXI conductas como la del presidente nacional del PAN Marko Cortés que el 2 de agosto exhortó en una infortunada declaración a los padres de familia de todo el país para que, que ante el probable desacato de López Obrador  desechen los libros de texto o les arranquen las hojas que  consideren que no son convenientes para la educación de los niños es  regresar al oscurantismo.

Más grave es el mensaje anónimo en redes sociales convocando a una «gran quema de Libros de texto 2023 – 2024 de educación básica el 10 de septiembre en el Zócalo de la CDMX a las 7:00 de la tarde.

Si un responsable ha de haber llegado a este grado de irritación social que engendra actitudes hostiles es el Gobierno de la llamada cuarta transformación por la ligereza o premeditación con la que confeccionó los libros de texto; pero responder con violencia cultural no es la solución.

Cuando la indignación rebasa a la reflexión y hasta al sentido común no ayuda a obtener resultados y los afectados serán los niños.

Para luchar están las leyes y los  primeros amparos para frenar la distribución de los libros, incluyendo el de un niño de Chihuahua, muestran que es el  camino, nunca la destrucción del material didáctico.