Toño Martínez
Marzo 05, 2019
Tristes encuentros de líderes estatales del PRI con una arcaica militancia vállense y Huasteca.
Después del descolorido “encuentro” con el priismo local que tuvieron Elías Pesina Rodríguez y Yolanda Josefina Cepeda Echavarría, presidente y secretaria general del comité estatal el fin de semana anterior en la cocina económica del Partido Revolucionario Institucional en Valles, donde como en los peores tiempos, la poca concurrencia solo festinó y les tomó fotos comiendo gorditas pues ni siquiera mensaje traían, remataron en un evento “privado” donde la cosa estuvo peor.
Por principio, esa “reunión de unidad” de donde surgiría tentativamente una nueva legión de guerreros que como en las narrativas épicas, rescatarían a una moribunda criatura de caer al abismo del inframundo, terminó en un auténtico repaso de las épocas dinosáuricas, donde se podía encontrar de todo, desde trilobites hasta alosaurios, velociraptors, diplodocus, arqueópteros y tiranosaurios Rex pasando por otras especies.
Hasta el ambiente era cuaternario al inicio del evento, pues el ambiente era tan gélido como en la Era del Hielo 1 y 2 y solo faltaban Manny el mamut, Sid el perezoso y Diego el tigre dientes de sable, personajes de ambas películas para llenar el cuadro.
Y luego se dividieron como los dinosaurios, en géneros, es decir juntos pero entre miradas de recelo, comentarios y chismes por lo bajito sobre los demás y así por el estilo.
Fue un reencuentro de aquella fugaz organización denominada “PRImero la Huasteca”, donde confluyeron figuras retro de cuestionada imagen como Paulino Pozos Aguilar, Ángel de la Vega, Manuel Valdez, Emilio López Novoa, Fausto Morán; la lideresa del PRI vállense Herminia Reséndiz Alvarado – por cierto sola y en una mesa al fondo del salón hasta que por compasión fue llamada a integrarse con los demás-, David y Jesús González Santos, Elizabeth González Bucio, Irma Laura Piña, bueno y hasta César González García fuera del PRI desde hace varios años y al cual tratan de reconquistar para aprovechar el capital político que conserva.
Hay que reconocer que de ese grupo Juan José Ortiz Azuara demostró que conserva capacidad de convocatoria, porque fue quien invitó y coordino el acercamiento para hacerle calor a los dirigentes estatales del PRI Elías Pesina Rodríguez y Yolanda Cepeda Echavarría que de otra manera hubieran tenido la misma asistencia que a un velorio en la madrugada.
Quedó muy claro, que los dos carecen de propuesta, empatía y emoción; no generan interés de escucharlos y eso se comentó en el mismo recinto.
Y correspondiendo a la misma etapa del cenozoico fueron las ideas entre quienes tomaron la palabra, los discursos, temas manoseados, reproches, propuestas arcaicas, opiniones superadas; no hubo ningún nuevo aporte, nada que insertara la intención de “creced y multiplicaos” en la evolución contemporánea de la política. Ninguna mejora, nada original, ausencia de innovación para encender por lo menos un tizón del fogón priista.
Como dijera Juan Gabriel… “la intención es buena, nadie te lo quita pero más yo quiero”.
El PRI necesita que los “generales” renuncien al individualismo, al egocentrismo, a ser protagonistas y sabios para sumarse a la tropa social, ahí de dónde se nutrieron los documentos básicos del partido y plataforma de principios pero que, al paso de nueve décadas fueron tirando al cesto de los papeles del baño.
Tiene el tricolor una deuda cargada de intereses moratorios con la sociedad que debe empezar mínimo a abonar.
Porque allá en la colonia, la comunidad, el rancho, entre gente sencilla pero con un dogma firme están todavía priistas que no se andan por las ramas a la hora de trabajar; esos que raída, deslavada y descocida pero traen la camiseta bien puesta con los colores del PRI.
Son esa gente que a pesar de permanecer relegados, esperan que los llamen, que los tomen en cuenta aunque sea para acomodar las botellitas de agua en las reuniones de los de “arriba” pero que no quieren seguir siendo invisibles. Con ellos si pudiera el PRI superar el estado de coma en que está, o cuando menos hacer el intento.