Respeto, más que políticas emocionales

Dr. Jaime Chalita Zarur

Enero 09, 2021 

Si tienes un sueño en tu corazón, y de verdad crees en él, corres el riesgo de que se convierta en realidad: Walt Disney.

Negarse a ser parte del destino ajeno, en una interdependencia social, muy clara, desde luego que se traduce en soberbia personal, pues quienes habitamos en un entorno determinado, no podemos prescindir de esa relación cognitiva que, nos lleva a construir el patrimonio familiar, las ciudades, y desde luego, los países en el mundo.

Estar concientes de esta interdependencia humana, es ver por la libertad y la independencia de las desiciones propias, alejadas de los poderosos, quienes quisieran mover los diferentes grupos y sectores de la humanidad a su antojo.

Nada es fácil en esta vida; todo tiene que ser alcanzado en una cultura de trabajo y esfuerzo. ¿Pero, realmente eso es lo que fomentamos desde los hogares? No me parece. Menos sería el caso de la generación de políticas económicas a través del marco legal que a veces sirve o otras tantas o, muchas no.

La pobreza es una situación que sufren muchas personas y que, algunas la van venciendo, precisamente por su trabajo, estudio, capacitación, innovación, imaginación, esfuerzo personal, para convertirse en sus propios dueños del destino económico, pero más aún, generan fuentes de empleo y así, ingresos a las familias que dependen de ello. Desde hace tiempo a esto se le aprecia como empresarios corruptos, generalizando indebidamente. Polarizando entre quienes realmente trabajan y cuidad su producción, y quienes no lo hacen.

Tal parece que ser independiente, en una micro, pequeña o, mediana empresa, especialmente, es sinónimo de no ser honesto en lo general, más tratándose de desacuerdos con el sector público. La pobreza y la falta de oportunidades no están en el sector privado, está históricamente en los que ejercen nuestro Poder Mexicano.

La fuente de la riqueza, dirían los clásicos del pensamiento económico, es el trabajo. La evolución de la libre empresa, su invención, reinvención y, su innovación constante, nos dice certeramente que el trabajo es la materialización del intelecto, plasmado en ideas de progreso. Ahí está el origen de la riqueza pero, existen intereses de no dejar pensar a los ciudadanos.

La negación del progreso, incesantemente aplicado en mensajes subliminales, se clava en el convencimiento de las personas debilitadas en su esperanza, ante la brutal realidad de insuficiencia, incompetencia o, simplemente de voluntad, se practican políticas emocionales de lástima a las personas que padecen este lastre de pobreza. Respeto a ellos es lo que hace falta.

Oportunidades de trabajo, de progreso, de mejorar todos los días, para quienes están en necesidad es lo que se necesita en este gran País, pero igualmente, la población no tiene el dominio del dinero público, aún cuando sale del esfuerzo de quienes trabajamos y pagamos impuestos.

Las políticas de economía, educación, salud, habitación, han fracasado históricamente, ahí está la prueba, en lugar de ser un país que fomentará la oportunidad en los rubros señalados, se separa a la sociedad clasificando, se encona a la sociedad. ¿A eso se le llama ser patriota? Claramente no.

Siguenos