Sufre la peor tragedia y arrastra a miles de personas.
Toño Martínez
Uno de los más dramáticos ejemplos de los estragos que está dejando el calentamiento global en el Mundo es el rio «Valles», cuyo cauce está reducido a pequeños charcos llenos de basura y lama donde algunos patos y aves acuáticas buscan alimento sin ningún resultado.
De aquel caudal de agua transparente y abundante que era navegado por chalanes para cruzar productos agrícolas del interior de la Huasteca a la ciudad, y sitio de paseo para familias que acudían a refrescarse cuando el calor apretaba, tanto frente al malecón como en playitas entre árboles a través de su cauce hoy solo los recuerdos quedan. Grandes áreas del río son pura laja expuesta al calcinante sol.
No es el único afluente de la Huasteca en ese estado de agonía porque lo mismo ocurre con el Tampaón, Axtla, Tancuilin, Claro, Moctezuma, Xilitla, Aquismón, Tamasopo igual que los arroyos que abastecen a cabeceras municipales, ya casi secos.
Las acciones emprendidas por el Gobierno Estatal para detener los efectos de la sequía han sido más de tinte político que técnico señaló Sergio Calvillo García de la organización ecologista para salvar a la Huasteca.
Igual sucede con la responsabilidad del Gobierno Federal que solo da «palos de ciego» sin que tenga un programa científico para cuidar el sistema ecológico.
En cuanto a los gobiernos municipales tampoco han encontrado la forma de actuar contra la crisis hídrica.
El agotamiento del agua, la sequía está afectando a prácticamente los 5 continentes y el pronóstico es sombrío porque los ciclos de lluvia están rotos advirtió el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) Antonio Gutiérrez.
De los Acuerdos de París hace 10 años para emprender acciones urgentes para detener la emisión de gases efecto invernadero reduciendo en 30% mínimo el uso de gas, petróleo y carbón como combustibles más del 80% no se ha cumplido y hoy la contaminación de aire, agua, tierra está en niveles alarmantes uno de cuyos ejemplos más dañinos es la sequia.
Otra vertiente de la crisis es la zona indígena de Ciudad Valles donde 17 mil familias están prácticamente sin agua por fallas en el sistema «Tanchachín» que debe abastecerlos.
Catalina Obispo, una madre de tres niños, uno en Secundaria, uno en primaria y uno mas de preescolar señaló que el municipio ofreció llevarles agua en pipas pero son muy pocos viajes que no alcanzan. Hasta los pozos se secaron y ahora solo esperamos un milagro expresó.