Ángel Castillo Torres.
Mayo 24, 2023
En su práctica política los protagonistas de la lucha por el poder imaginan escenarios como una gimnasia habitual. Bosquejan realidades hipotéticas que pueden llegar a ocurrir; éstas se construyen a partir del desarrollo de un conjunto de premisas disponibles en el presente. No son relatos de ciencia ficción o meras especulaciones.
Una vez que concluyan las elecciones del estado de México y Coahuila el próximo domingo 4 de junio, Morena entrará de lleno al proceso de selección de su candidato a la presidencia de la república.
El dirigente nacional de este partido, Mario Delgado, ha hecho saber a los aspirantes y al público en general que a mediados del próximo mes convocará a Marcelo Ebrard, Claudia Sheinbaum, Adán Augusto López, Ricardo Monreal y Gerardo Fernández Noroña a una mesa de acuerdos para definir las características de la encuesta que se empleará y las fechas en que se realizarán dos debates entre precandidatos. Así que si todo sale como está proyectado Morena tendrá abanderado o abanderada a finales de diciembre de este año.
Las “corcholatas” de Morena hace ya varios meses que realizan una abierta campaña proselitista para ganar adeptos. El mayor peligro que enfrenta este partido para seleccionar a su candidato no son las equivocadas estrategias de la oposición para impedir el triunfo del oficialismo, sino la división interna que puede llegar a ocasionarse si se utiliza un dedazo disfrazado de encuesta. Esto lo saben Mario Delgado y el presidente de la república quienes ante este peligro tendrán que hacer gala de oficio político para que Morena no se fracture.
¿Es posible un candidato de unidad? No está descartada esta modalidad de elección. Es un hecho que AMLO y Mario Delgado lo intentarán. Pero, aunque oficialmente el dirigente nacional de Morena es el responsable de pastorear al rebaño de aspirantes, en la práctica es el presidente López Obrador el que desde hace meses está en cabal control del proceso sucesorio. Él tiene el pulso de las circunstancias en que se está desarrollando el forcejeo para sucederlo, conoce la naturaleza profunda de los aspirantes y es un experto en administrar los riesgos que acompañan a este trascendental momento de su gobierno. Creo que el presidente es un competente operador político que conoce al dedillo lo que debe hacerse en medio de la tempestad. Así que conseguir que los aspirantes acepten un candidato de unidad es posible. AMLO está consciente de que la cereza del pastel que coronará su gestión será dejar un sucesor que dé continuidad a su proyecto de transformación de la república.
Casi todos los análisis y encuestas recientemente publicadas coinciden en que es Claudia Sheinbaum quien más encarna el espíritu de la Cuarta Transformación. Si López Obrador quiere garantizar que su legado se consolide va a hacer todo lo posible para que la jefa de gobierno de la Ciudad de México sea su sucesora. Su único problema es cómo van a convencer a los otros aspirantes para que se bajen de ese barco en el que ya se hallan navegando desde hace tiempo. ¿Qué les podría ofrecer AMLO para que declinarán en favor de Claudia Sheinbaum? Tal vez a Marcelo le ofrezca el liderazgo del Senado de la República con la promesa de que en 2030 él sea el candidato a la presidencia de la república. Si Ebrard no acepta y de todos modos la Sheinbaum es ungida como candidata, al actual canciller no le queda de otra que buscar la candidatura por otro partido o coalición opositora. Pero esta decisión es riesgosa y no le garantiza éxito, además lo confrontaría con el presidente de la república y sería tachado de traidor. Marcelo está consciente de que AMLO es un presidente muy fuerte y con gran arrastre entre millones de mexicanos que no dudaran en apoyar a quien apadrine el tabasqueño. Así que, si Marcelo decide desertar de Morena, se enfrentará a los seguidores de la Sheinbaum, al propio presidente y a todo el Aparato de Estado y partidos satélites aliados de la 4T. Este bloque de temibles adversarios es un poderoso agrupamiento que quizás Ebrard no está en capacidad de enfrentar.
En cuanto a Ricardo Monreal todo indica que ya se dobló y que no romperá con Morena y menos con el presidente de la república. El premio a su disciplina será que por fin podrá ser jefe de gobierno de la Ciudad de México.
Por lo que tiene que ver con el actual secretario de gobernación Adán Augusto López el incentivo será prometerle el liderazgo del grupo parlamentario de Morena en la Cámara de Diputados de la próxima legislatura. Desde ahí le haría un gran servicio a la 4T. Además, estoy convencido que la lealtad de Adán Augusto hacia el presidente López Obrador es indudable, en el momento preciso acatará lo que el presidente le ordene. Finalmente faltaría ofrecerle alguna suculenta croqueta a Gerardo Fernández Noroña. Al respecto considero que la embajada en Rusia sería lo ideal. Ese país está bastante lejos de nuestra patria y le brindaría al roñoso de Fernández Noroña la oportunidad de dar rienda suelta a su impronta estalinista y, de paso, no estaría jodiendo al futuro gobierno de Claudia Sheinbaum. En política nada está escrito y todo puede suceder. Estos escenarios que acabo de dibujar son probables, pueden cobrar vida.