Miguel Ángel Guerrero
Febrero 21, 2022
Resulta indignante e insultante para un estado como San Luis Potosí, el catálogo de beneficios que tienen los sindicatos gubernamentales que incluso ya han llegado a instituciones descentralizadas o autónomas, pero el problema no son los trabajadores, sino las lideresas sindicales que con el viejo régimen se enriquecieron a más no poder.
El personal sindicalizado se distribuye de la siguiente manera: Sindicato Único de Trabajadores al Servicio del Gobierno del Estado (SUTSGE), tres mil 48 afiliados; Sindicato Autónomo Democrático de Trabajadores de Gobierno del Estado (SADTGE), 541; Sindicato Independiente de Trabajadores y Trabajadoras del Gobierno del Estado (SITTGE), 436; Sindicato Organizado Libre de Trabajadores del Gobierno del Estado (SOLTGE), 168; Sindicato Estatal Renovado de Trabajadores de Gobierno del Estado (SERTGE), 81 y Organización de Trabajadores Sindicalizados de las Instituciones de Gobierno del Estado (OTSIGESLP), 35. Además, otros 208 trabajadores disfrutan de los beneficios sindicales sin estar afiliado a alguno de ellos.
Todos ellos reciben diversas prestaciones a las que no cualquier trabajador puede acceder y que al Estado le representan una pesada carga que pega en un presupuesto que es insuficiente para un Estado de más de 2.7 millones de personas.
Por ejemplo, mensualmente reciben prestaciones que entre todas suman siete mil 840 pesos, cantidad que no pareciera alta, sin embargo, hay obreros que ni siquiera esa cifra alcanzan como sueldo mensual, pero yendo más allá, esos siete mil 840 pesos, multiplicados por el número de sindicalizados son 35 millones 413 mil 280 pesos los que tiene que erogar el Ejecutivo; por 12 meses, son 424 millones 959 mil 360 pesos. Esto solo en prestaciones mensuales.
Pero ahí no para la cosa. Los sindicalizados también acceden a prestaciones anuales, entre las que se encuentra su bono navideño por ocho mil 650 pesos y un llamado “bono administrativo” por siete mil 750 pesos, entre otros. En total, anualmente reciben 13 prestaciones gracias a la lucha sindical.
Y aún hay más. También reciben “prestaciones especiales”, que si los bonos mensuales ya alejan a los trabajadores del Gobierno de cualquier obrero promedio de zona industrial, este rubro de “especiales” los hace inalcansables. Entre estas prestaciones se encuentran los premios por antigüedad, bonos por el Día de la Madre que asciende a cinco mil 850 pesos, Día del Padre por cinco mil 350 pesos y premio al mejor trabajador que es por un mes completo de sueldo, es decir que, si eres el “mejor trabajador” y ganas 15 mil, ese mes te llevarás 30 mil pesos, solamente por este bono. Ya si eres papá, mamá, o estudias, la cifra se dispara.
Porque sí, los trabajadores del Gobierno también tienen apoyos para estudiar: apoyo para tesis y titulación por 15 mil pesos, apoyo para titulación de maestría por 20 mil pesos, y apoyo para titulación de doctorado por 25 mil pesos.
Pero por si fuera poco, Bernardina Lara y Francisca Reséndiz, las lideresas más aguerridas, también han conseguido a toda la base sindical (porque por ley, cualquier beneficio que consiga el sindicato mayoritario debe darse a todas las agrupaciones sindicales), días de descanso adicionales, que van de uno a cuatro según la antigüedad.
Hay conceptos como “vida cara”, “apoyo a la economía familiar”, “apoyo a servicios”, “compensación mensual”, “apoyo a la educación”, “bono de equilibrio”, “bono ajuste calendario”, “bono por capacitación”, “bono de fortalecimiento económico”, “bono anual por desempeño”, “estímulo a la profesionalización”, “bono anual de superación”, “bono semestral”, entre muchos otros, que un obrero promedio nunca verá en su recibo de nómina, mientras que para un sindicalizado de Gobierno no solo son derechos que no se les pueden quitar, sino que cada año, durante el viejo régimen, incrementaban gracias a las presiones de unas lideresas empoderadas por la propia “herencia maldita”.